JUICIO POR UNA MASACRE / Balance final
El póquer sigue abierto
La vista oral del 11-M no ha logrado poner las cartas sobre la mesa en relación a cuatro aspectos clave: qué explosivo estalló, cómo apareció la mochila de Vallecas, qué pasó en Leganés y quiénes fueron los ideólogos
MANUEL MARRACO
MADRID.- Un explosivo aún sin nombre estalla el 11 de Marzo y esa misma madrugada una mochila que nadie espera señala a un viejo conocido de la Policía. Tres semanas más tarde, tras la muerte del núcleo duro de Leganés, los investigadores comienzan a buscar a Al Qaeda por toda Europa y localizan en tres países distintos a otras tantas supuestas figuras relevantes del terrorismo internacional.
Trescientas diez horas de juicio son muchas, pero no las suficientes para escudriñar todos los recovecos de un sumario gigantesco, ni para que el repaso a ese póquer formado por el explosivo, la mochila, Leganés y los supuestos cerebros ofrezca un relato diáfano a los ojos del tribunal, que hoy comienza las deliberaciones.
Sobre estos cuatro aspectos fundamentales de los atentados han comparecido testigos, incluidos miembros de las Fuerzas de Seguridad, cuyas declaraciones contradicen directamente la versión mantenida por la Fiscalía. Javier Gómez-Bermúdez, Alfonso Guevara y Fernando García Nicolás comienzan hoy a revisar el resultado de 310 horas de juicio. Su cometido 'sólo' es determinar la inocencia o culpabilidad de los 28 acusados, pero para hacerlo los magistrados deberán abordar algunos de los episodios más cuestionados de la investigación.
El juego repartido durante la vista oral por 309 testigos y 71 peritos ha despejado algunas confusiones, pero también ha dejado cartas sin descubrir. Entre ellas, algunas tan relevantes como la que lleva el nombre de la dinamita empleada en los trenes, el origen de la pista que condujo a las primeras detenciones, el relato en torno al suicidio colectivo o el alcance de la implicación, si la hay, de los tres presuntos inductores. Entre esos cuatro elementos clave, el más relevante ha sido, sin duda, el que el tribunal dejó para el último lugar: el análisis del explosivo que estalló en los trenes. Había que dar tiempo para que los expertos nombrados por la Sala hicieran la nueva pericial, un trabajo que llevaba tres años de retraso. Toda una carga de profundidad contra el trabajo del juez Juan del Olmo, cuya instrucción podría quedar muy mal parada en la sentencia.
QUÉ ESTALLO
«En muchas ocasiones no se ha podido determinar el explosivo y, sin embargo, se ha acabado condenando a los terroristas». Así es y así lo ha repetido la Fiscalía de la Audiencia Nacional con un ímpetu parejo al ritmo de los reveses que recibía el «¡ha sido Goma 2 ECO, vale ya!» que alegremente mantenía hace un año. Cierto que no sería la primera vez que un tribunal condena sin el nombre del explosivo, pero sí la primera que lo haría con datos contradictorios. Basta acudir al escrito definitivo de acusación de la fiscal Olga Sánchez para comprobar que las cosas al final del juicio no están como al principio. El color rosa con el que el Ministerio Público resalta las modificaciones respecto al escrito inicial apenas se deja ver... hasta la página 184. Allí, tres folios deslumbrantes se ocupan de ajustar la primera versión a las conclusiones de la pericial. Sánchez no tenía otro remedio tras escuchar a los ocho expertos nombrados por el tribunal.
El escrito de la fiscal se presentó el lunes 4 de junio. Hasta entonces, la secuencia había sido tan demoledora como significativa:
Uno, este diario informa de que el jefe de los Tedax, Juan Jesús Sánchez Manzano, había reconocido ante Del Olmo que nunca se hizo un análisis «científico» de los restos.
Dos, el tribunal enmienda la labor del instructor y ordena ese análisis.
Tres, los peritos encuentran lo que nunca debió estar allí, y la Policía se pone a trabajar en dos frentes: en el laboratorio experimenta con sucesivas explicaciones que mantengan viva la Goma 2 ECO y ante la Sala prepara el terreno restando importancia al tipo de explosivo. «Es importante, pero no lo más importante», declaró el 21 de mayo una experta de la Policía cuando se le inquirió sobre la relevancia del explosivo para determinar la autoría del atentado.
Y cuatro, la Fiscalía se apea de la versión inicial y le añade a la Goma 2 ECO mezclas con EC y contaminaciones con Titadyn.
La escenificación del todo ello se produjo el martes 29 de mayo. «¿Están de acuerdo en que no es posible saber la marca comercial del explosivo que estalló?». Los ocho expertos no tuvieron más remedio que asentir a la pregunta del presidente del tribunal, Javier Gómez-Bermúdez. Pese a los exhaustivos análisis realizados en los meses previos, no se puede. Tan sólo se sabe que las mochilas bomba contenían «algún tipo de dinamita», Goma 2 ECO, Goma 2 EC o Titadyn.
Que no se pueda ser tajante no quiere decir que unas tesis sean más plausibles que otras. «¡En la muestra M-1 ha aparecido lo que ha aparecido, y ese análisis va a misa, a misa técnica, química y analítica!». Así se pronunció ese mismo día un habitualmente tranquilo perito de parte cuando los expertos de las Fuerzas de Seguridad cuestionaron la aparición de nitroglicerina, ajena a la Goma 2 ECO pero presente en el Titadyn.
La versión final de la Fiscalía es tan poco convincente que ni siquiera las acusaciones que han acompañado con más entusiasmo las tesis del Ministerio Público se han atrevido a respaldar la novedosa teoría de las moléculas voladoras, según la cual componentes propios del Titadyn llegaron a las muestras del 11-M por contaminación aérea durante su larga espera en el almacén de los Tedax.
La Asociación 11-M Afectados por el Terrorismo, presidida por Pilar Manjón, tomó otro camino, el de fiarlo todo a la mezcla de ECO y EC. Y eso a pesar de que, cuando supuestamente se robó el explosivo, se habían cumplido ya 12 años desde la última vez que la EC incluyó nitroglicerina en su composición.
La Asociación de Ayuda a Víctimas del 11-M ofreció una tercera vía para casar las contradicciones que ofrecía la teoría de la fiscal y la de que sólo estalló Titadyn: que la contaminación de las muestras podía haber llegado por el hecho de que «alguna» de ellas contuviera «desde el principio» las sustancia ajenas a la ECO. Es decir, algún artefacto sí contenía Titadyn, que acabó contaminando muestras de Goma 2 ECO. Preguntado un perito de la Guardia Civil si esta tesis era más plausible que la contaminación descrita por la fiscal, la respuesta fue clara: «Sin duda», fue la respuesta.
Que los islamistas robaron explosivos en Asturias ha quedado probado. Que lo robado estallara en los trenes ya es otra cosa. Por eso el fiscal Zaragoza puso tanto empeño el pasado 11 de junio -su última intervención en el juicio- en restar importancia al resultado de la pericial: «Da igual el explosivo que se utilizara, lo cierto es que todas las pruebas apuntan a que estos personajes fueron los que cometieron estos atentados y que la trama asturiana fue la que proporcionó los explosivos». Y añadió una súplica a su acusación-confesión: que la pericial de los explosivos sea sólo «una más entre el cúmulo de pruebas que deben ser valoradas».El escepticismo con el que los magistrados se han tomado la versión de fiscal quedó reflejado en el diálogo mantenido el día 29 de mayo, durante el intento de Javier Zaragoza de apuntalar su teoría:- Fiscal jefe: Luego la explicación de la adsorción es razonable...- Perito: Pero no es excluyente, hay otras.- Fiscal jefe: ¿Qué otras?- Perito: No la tengo.- Fiscal jefe: ¡O sea, que la única explicación razonable es la de la adsorción!- Presidente del tribunal: Eso será una conclusión que habrá sacado el Ministerio Fiscal...
EL ORIGEN DE LA PISTA
Los Tedax aún seguían buscando muestras minúsculas del explosivo entre los trenes cuando en una comisaría de Vallecas aparecieron 10 kilos. La fiscal afirma que venía de El Pozo. Al tribunal le va a costar decir los mismo. Para ello tendría que pasar por encima de un obstáculo formidable: la declaración como testigo el 15 de marzo del inspector jefe de los Tedax de Madrid, que supervisó toda la actuación sobre explosivos en todos los trenes: «En El Pozo se revisaron todos los trenes, todos... Después de la revisión de los Tedax que trabajaron allí, no había ni una sola mochila que tuviese un artefacto explosivo. Eso se lo puedo asegurar, que lo hicieron concienzudamente. Es más, les dije que lo hicieran dos veces y cuando hablé con ellos me dijeron que lo habían hecho cuatro».Un abogado de la acusación le preguntó entonces cómo se explica que los investigadores afirmen que fue recogida entre los vagones de El Pozo: «No puedo explicárselo. ¿Puede explicármelo usted?», respondió con tono airado.
El peligro es que dudar de la mochila es hacerlo de la tarjeta de teléfono que incluía y que llevó a la detención, en plena jornada de reflexión, de Jamal Zougam. Al margen de cuestionar los reconocimientos de testigos en los trenes, el letrado del marroquí enumeró en su informe final otros datos que presentan la pista de la mochila como enemiga de la lógica.
Para empezar, no encaja que el supuesto terrorista emplease tarjetas de su tienda para confeccionar los artefactos. Ni que se quedara en casa esperando su arresto cuando ya sabía por los medios de comunicación que la Policía seguía el rastro de la recuperada en Vallecas. Ni que la tarjeta estuviera insertada en un teléfono que no necesitaba tarjeta para activarse...Las horas transcurridas entre la revisión de los andenes de El Pozo y el afortunado hallazgo en comisaría sólo pueden debilitar la versión oficial. Esta vez los magistrados se ahorraron escuchar una declaración que hubiera supuesto otro nuevo obstáculo para asumir la tesis de la fiscal.«No puedo garantizar la cadena de custodia». La frase sí la escuchó Del Olmo de boca del encargado de la custodia de los efectos de El Pozo, el inspector jefe Miguel Angel Alvarez. «Ante la sorpresa del funcionario que suscribe, dichos objetos son llevados al Parque Ferial Juan Carlos I», escribió el inspector jefe. Cuando EL MUNDO informó al respecto, el juez quiso reconstruir el itinerario de la mochila y las garantías que ofrecía, y llamó a declarar tanto a Alvarez como a los agentes que habían intervenido en el traslado de los objetos recogidos en la estación.
La reconstrucción ante la Sala se quedó coja. Alvarez no compareció porque la Fiscalía consideró mejor no llamar al peligroso testigo. Sólo una acusación estuvo atenta a ello, la presidida por Pilar Manjón, pero estuvo igualmente atenta para renunciar en el último momento a su declaración. Automáticamente, Alvarez quedó borrado de la lista de testigos.
Sí comparecieron ante el tribunal cuatro de los agentes -no todos- que participaron en los traslados de los objetos de El Pozo. No fueron precisamente esclarecedores. Sólo uno de ellos hizo el 11 de Marzo el itinerario completo supuestamente seguido por la mochila (El Pozo-Comisaría de Villa de Vallecas-Comisaría de Puente de Vallecas-Ifema-Comisaría de Puente de Vallecas). Para sorpresa del tribunal, el último en declarar no recordaba siquiera si le habían ordenado ir a Ifema a llevar las bolsas con los objetos o si lo que hizo fue ir de vacío para recogerlas.
Por su parte, el único agente que hizo el recorrido completo no recordaba la parada en Villa de Vallecas ni quién dio la orden de llevarse las bolsas, y explicó que cuando llegaron al recinto ferial dejaron las bolsas sin vigilancia apoyadas en una pared.
A la ausencia del testigo clave responsable de la cadena de custodia se suma la de los agentes o mandos de la Policía Científica que indicaron dónde depositar los bultos en Ifema, y de la Unidad de Intervención Policial (UIP), que custodiaron los efectos allí almacenados. Tampoco declararon los encargados de introducir los objetos en las bolsas junto a los trenes.
La lista de tropiezos con la lógica se extiende a la confección del artefacto. «Desde mi punto de vista había un error incomprensible», declaró al tribunal el tedax Pedro, encargado de desactivar el artefacto. También él mencionó el recinto ferial, pero para decir que desde la sala del 091 se le comunicó que la mochila «no había pasado por el pabellón de Ifema».
Las dudas sobre lo que pudo suceder en la parada no prevista de Ifema se refuerzan con el informe conjunto de la UCIE y la UCI remitido a Del Olmo en octubre de 2005. Tras mencionar el ADN todavía anónimo que se encontró en un asa, dice expresamente que la mochila «pudo ser manipulada en el pabellón de Ifema».
SUICIDIO APLAZADO
Como en el caso de los explosivos, el final del juicio también arrojó luz -o sombra- sobre los hechos de Leganés. Ahora no hay añadidos, sino supresiones. El Ministerio Público ha eliminado de su relato de hechos ni más ni menos que un tiroteo entre la Policía y los terroristas cerca del piso franco, un par de horas antes del suicidio. Ni el relato de los hechos ni la hora en la que sucedió encajaba con la versión oficial.
Ésta mantiene que la detección del piso se produjo en torno a las 15.00 horas del día 3 de abril. La primera carga de profundidad llegó el 14 de marzo con la declaración de Sánchez Manzano. «A las 12 o 13.00 horas es cuando me llaman de Comisaría General de Información para que se nombre un equipo a su disposición para hacer un registro en Leganés».Sus aclaraciones posteriores y las de otros miembros de las Fuerzas de Seguridad precisaron que a esa hora sólo disponían de datos genéricos, no de un piso concreto. Pero las palabras de Sánchez Manzano coinciden con el relato del confidente Cartagena, que dijo ante el tribunal que la UCIE le avisó en la mañana del día 3 de la existencia de ese piso.
Otros episodios relacionados con Leganés que se han conocido durante el juicio oral también resultan sorprendentes. Por ejemplo, que los terroristas no fueron a buscarlo precisamente a la inmobiliaria del barrio, sino que acabaron alquilando el único piso que tenía disponible una gestoría y que ni siquiera había sido anunciado. De haberse publicitado, seguro que no hubiera incluido entre las características del inmueble la revelada ante la Sala el 10 de abril: que pared con pared con la célula vivía un Policía que había pertenecido a la unidad encargada de realizar los seguimientos a terroristas. El dato se conoció porque entre los escombros del piso se localizaron documentos relativos a ETA y que no han llegado a constar en el sumario.
La última revelación sobre Leganés no se produjo en el juicio. El día del visto para sentencia, este diario informó de que el dinero de la célula terrorista hallado entre los escombros procedía de la Policía y que había servido como cebo para localizar a El Chino.
LA SEMILLA
Los paralelismos entre los tres supuestos cerebros del 11-M no se agotan en compartir la misma acusación fiscal por un atentado en el que faltan elementos característicos de Al Qaeda.
Las defensas de Hasan Haski, Yousef Belhadj y Rabei Osman, El Egipcio, ofrecieron al tribunal una versión de las investigaciones que el secreto sumarial les había impedido exhibir antes de acabar en el banquillo. Los tres han señalado los evidentes agujeros de las comisiones rogatorias de Francia, Bélgica e Italia que, respectivamente, llevaron a prisión a sus clientes.
El juez instructor, la Policía y la fiscal les han encuadrado dentro del Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM), supuesto socio de Al Qaeda. «El juicio ha probado la no existencia del GICM», fue la respuesta del abogado de Haski.
Aún más lejos en su oposición a la Fiscalía llegó la defensa de Belhadj: «Dado que los siete de Leganés estaban muertos, dado que hay cuatro fugados, dado que hay cinco o seis ADN anónimos que están relacionados íntimamente con los escenarios de los atentados, había que meter aquí gente. Y, sobre todo, lo que había que hacer, por aquello del manto de Al Qaeda que envuelve todo esto, es internacionalizar el proceso». Resultado, que los asturianos y los colaboradores hicieron sitio en el banquillo a tres supuestos islamistas.
Las tres defensas jugaron con elementos perfectamente intercambiables entre sí. La de Haski, por ejemplo, dijo que «del interrogatorio a los procesados se ha subrayado que no conocía a ninguno, ni a ninguno de los suicidas, ni ha coincidido jamás en ningún sitio con ninguno de ellos».La de Belhadj, que «le sometieron a todo tipo de pruebas. Se han cotejado sus huellas, su ADN, su voz y su escritura con todo lo que se ha hecho en el sumario. Nada ha salido que le asocie, absolutamente nada».La de El Egipcio, la última mañana de juicio, que la Policía, «a costa de calificativos y falsedades, ha pretendido transformar la persona de Rabei Osman en el personaje de El Egipcio».El pasado viernes, el fiscal jefe de la Audiencia Nacional, previendo tal vez la dificultad de condenarles por el 11-M, recordó que si no se les atribuye la inducción del atentado, siempre podrá el tribunal condenarles por el delito genérico de pertenencia a una organización terrorista.
TRAS LA SENTENCIA
Defensas y acusaciones han pugnado en los últimos días por obtener una sentencia «abierta» o «cerrada». La respuesta la había dado un año antes el propio instructor, el día que dijo adiós al sumario. «La investigación por los atentados terroristas cometidos el 11 de marzo de 2004 y el 3 de abril de 2004 no ha finalizado».Las palabras se incluyen en el auto de conclusión del sumario dictado por Del Olmo , que añade: «Se continuarán judicialmente las investigaciones oportunas para aclarar los extremos pertinentes y supuestas participaciones de personas que hayan podido participar criminalmente en los mismos [...] A ello cabe añadir cualquier línea de investigación que contribuya a ese esclarecimiento, y que se funde en sospechas racionales fundadas».
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