(11-M)
Tengo una pregunta para usted
1 de Abril de 2009 - 19:47:15 - Luis del Pino
El presidente del PP, Mariano Rajoy, fue interrogado en el programa "Tengo una pregunta para usted" acerca del 11-M. En concreto, la pregunta que a Rajoy le hizo un antiguo ferroviario fue si descartaba ya a ETA de ese atentado, a cinco años vista de los hechos. La respuesta de Rajoy fue contundente: «Lo creí en un primer momento porque es lo que me dijeron. Ha habido un juicio y hoy creo que no fue ETA».
He de dejar claro que estoy de acuerdo con la literalidad de lo que Rajoy dice. Yo también creí que había sido ETA en un primer momento, es cierto también que ha habido un juicio y yo tampoco creo a día de hoy que fuera ETA quien cometiera la masacre.
Con lo cual, resulta que yo también tengo una pregunta, pero para mí mismo: ¿por qué me molesta tanto esa respuesta de Rajoy, si en realidad no dice nada con lo que yo no esté de acuerdo?
El problema de esa respuesta de Rajoy no es lo que dice, que es técnicamente irreprochable, sino lo mucho que deja sin decir. Sin necesidad de salirse de lo políticamente correcto, podía haber respondido a esa pregunta, por ejemplo, que "cinco años después, seguimos sin conocer quiénes son los autores intelectuales de la masacre, como la sentencia de la Audiencia Nacional reconoce, así que yo exijo al Gobierno que siga investigando hasta aclarar todas las responsabilidades".
O podía ir más al detalle y, sin poner en cuestión la versión oficial, responder que, "después del juicio que se ha celebrado, sólo conocemos el nombre de una de las personas que colocaron las doce bombas, por lo cual resulta inexplicable que no se siga investigando hasta averiguar, por lo menos, los nombres de las personas que colocaron los otros once artefactos".
O, si fuera alguien con un mínimo instinto político, podía haber contestado que "según la sentencia del 11-M, no fue ETA quien cometió el atentado. Pero la sentencia deja claro también que ni fue Al Qaeda, ni el atentado tuvo nada que ver con la Guerra de Irak, como el PSOE pretendió que creyéramos en un principio".
O bien podía haber sacado algo de mala leche, podía haber completado su razonamiento y haber aprovechado la oportunidad que le brindaba el estar siendo contemplado por millones de españoles, contestando algo así como: "Desgraciadamente, no fueron terroristas de ETA ni de Al Qaeda los que cometieron la masacre, como ha dejado claro el juicio del 11-M. Con lo cual, yo me pregunto quiénes fueron los autores intelectuales de esa matanza. Y todas las posibilidades que se me ocurren son terribles."
O bien, podía haber lanzado un mensaje de futuro y adquirido un mínimo compromiso: "La sentencia ha dejado claro que no conocemos los autores intelectuales de la masacre y sólo conocemos un autor material. Así que me comprometo a investigar el 11-M hasta sus últimas consecuencias si llego a la presidencia del gobierno".
Había muchísimas respuestas posibles. Multitud de ellas. Sin necesidad de cuestionar las sentencias judiciales, ni perderse en vericuetos lógicos, ni arriesgarse a ser tildado de conspiranoico. Bastaba con ceñirse a la verdad provisional que la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo han establecido.
Rajoy tenía infinidad de salidas que le hubieran permitido aparentar, al menos aparentar, que la verdad del 11-M le importa, aunque sea un poquito. Pero ha optado por no hacerlo. Y no sólo en ese programa; en realidad, Rajoy no pierde oportunidad de dejar claro que no quiere ni oír hablar de lo que pasó aquel 11 de marzo: hace casi dos meses, en una entrevista para la cadena catalana RAC-1, Rajoy hablaba de cuáles son los momentos difíciles que había atravesado en su carrera política y mencionaba tres momentos: su expulsión del partido en 1985, el hundimiento del Prestige y los días previos al Congreso de Valencia.
Es decir, para el Rajoy político, para el Rajoy que fuera candidato del PP en 2004, aquella masacre cometida tres días antes de las elecciones y que fue seguida por tres días de infamia en los que las sedes de su partido fueron cercadas no constituyó uno de los "momentos difíciles" de su carrera política. Todavía peor: para el Rajoy ser humano, para el ciudadano Rajoy, la mayor masacre terrorista de nuestra historia, en la que murieron 193 españoles, no merece siquiera un recuerdo a la hora de hablar de "momentos difíciles" de su vida.
En realidad, no creo que Rajoy sea así. No creo que sea tan absolutamente insensible con el sufrimiento ajeno como para borrar de su mente los recuerdos del horror. No me creo que el 11-M no fuera uno de los momentos más duros de su vida, como político y como persona. No me creo que no le importe la verdad del 11-M. Ni que disfrute callándose cada vez que en un medio de comunicación afín al Gobierno le restriegan el asunto del 11-M por la cara. Ni me creo que sean tan absolutamente inútiles él y sus asesores como para no pensar en respuestas más airosas que, sin necesidad de meterse en berenjenales, dejen claro que el presidente del PP no se chupa el dedo.
Con lo cual, la pregunta que me hago, y que cada día que pasa me inquieta más, es la siguiente: ¿por qué se esfuerza tanto Rajoy en marcar distancias con el 11-M? ¿Ante quién tiene tanto empeño Rajoy en dejar claro que él no va a remover el 11-M, que él no constituye un peligro, que no va a ser él quien desvele el secreto familiar? ¿Acaso es ese marcar distancias con el 11-M una condición sine qua non para poder seguir aspirando al poder? ¿De quién o qué tiene miedo Rajoy, en lo que al 11-M respecta?
He de dejar claro que estoy de acuerdo con la literalidad de lo que Rajoy dice. Yo también creí que había sido ETA en un primer momento, es cierto también que ha habido un juicio y yo tampoco creo a día de hoy que fuera ETA quien cometiera la masacre.
Con lo cual, resulta que yo también tengo una pregunta, pero para mí mismo: ¿por qué me molesta tanto esa respuesta de Rajoy, si en realidad no dice nada con lo que yo no esté de acuerdo?
El problema de esa respuesta de Rajoy no es lo que dice, que es técnicamente irreprochable, sino lo mucho que deja sin decir. Sin necesidad de salirse de lo políticamente correcto, podía haber respondido a esa pregunta, por ejemplo, que "cinco años después, seguimos sin conocer quiénes son los autores intelectuales de la masacre, como la sentencia de la Audiencia Nacional reconoce, así que yo exijo al Gobierno que siga investigando hasta aclarar todas las responsabilidades".
O podía ir más al detalle y, sin poner en cuestión la versión oficial, responder que, "después del juicio que se ha celebrado, sólo conocemos el nombre de una de las personas que colocaron las doce bombas, por lo cual resulta inexplicable que no se siga investigando hasta averiguar, por lo menos, los nombres de las personas que colocaron los otros once artefactos".
O, si fuera alguien con un mínimo instinto político, podía haber contestado que "según la sentencia del 11-M, no fue ETA quien cometió el atentado. Pero la sentencia deja claro también que ni fue Al Qaeda, ni el atentado tuvo nada que ver con la Guerra de Irak, como el PSOE pretendió que creyéramos en un principio".
O bien podía haber sacado algo de mala leche, podía haber completado su razonamiento y haber aprovechado la oportunidad que le brindaba el estar siendo contemplado por millones de españoles, contestando algo así como: "Desgraciadamente, no fueron terroristas de ETA ni de Al Qaeda los que cometieron la masacre, como ha dejado claro el juicio del 11-M. Con lo cual, yo me pregunto quiénes fueron los autores intelectuales de esa matanza. Y todas las posibilidades que se me ocurren son terribles."
O bien, podía haber lanzado un mensaje de futuro y adquirido un mínimo compromiso: "La sentencia ha dejado claro que no conocemos los autores intelectuales de la masacre y sólo conocemos un autor material. Así que me comprometo a investigar el 11-M hasta sus últimas consecuencias si llego a la presidencia del gobierno".
Había muchísimas respuestas posibles. Multitud de ellas. Sin necesidad de cuestionar las sentencias judiciales, ni perderse en vericuetos lógicos, ni arriesgarse a ser tildado de conspiranoico. Bastaba con ceñirse a la verdad provisional que la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo han establecido.
Rajoy tenía infinidad de salidas que le hubieran permitido aparentar, al menos aparentar, que la verdad del 11-M le importa, aunque sea un poquito. Pero ha optado por no hacerlo. Y no sólo en ese programa; en realidad, Rajoy no pierde oportunidad de dejar claro que no quiere ni oír hablar de lo que pasó aquel 11 de marzo: hace casi dos meses, en una entrevista para la cadena catalana RAC-1, Rajoy hablaba de cuáles son los momentos difíciles que había atravesado en su carrera política y mencionaba tres momentos: su expulsión del partido en 1985, el hundimiento del Prestige y los días previos al Congreso de Valencia.
Es decir, para el Rajoy político, para el Rajoy que fuera candidato del PP en 2004, aquella masacre cometida tres días antes de las elecciones y que fue seguida por tres días de infamia en los que las sedes de su partido fueron cercadas no constituyó uno de los "momentos difíciles" de su carrera política. Todavía peor: para el Rajoy ser humano, para el ciudadano Rajoy, la mayor masacre terrorista de nuestra historia, en la que murieron 193 españoles, no merece siquiera un recuerdo a la hora de hablar de "momentos difíciles" de su vida.
En realidad, no creo que Rajoy sea así. No creo que sea tan absolutamente insensible con el sufrimiento ajeno como para borrar de su mente los recuerdos del horror. No me creo que el 11-M no fuera uno de los momentos más duros de su vida, como político y como persona. No me creo que no le importe la verdad del 11-M. Ni que disfrute callándose cada vez que en un medio de comunicación afín al Gobierno le restriegan el asunto del 11-M por la cara. Ni me creo que sean tan absolutamente inútiles él y sus asesores como para no pensar en respuestas más airosas que, sin necesidad de meterse en berenjenales, dejen claro que el presidente del PP no se chupa el dedo.
Con lo cual, la pregunta que me hago, y que cada día que pasa me inquieta más, es la siguiente: ¿por qué se esfuerza tanto Rajoy en marcar distancias con el 11-M? ¿Ante quién tiene tanto empeño Rajoy en dejar claro que él no va a remover el 11-M, que él no constituye un peligro, que no va a ser él quien desvele el secreto familiar? ¿Acaso es ese marcar distancias con el 11-M una condición sine qua non para poder seguir aspirando al poder? ¿De quién o qué tiene miedo Rajoy, en lo que al 11-M respecta?
¿Qué cara tiene el monstruo, don Mariano?
Obama y el 11-M
27 de Marzo de 2009 - 21:46:35 - Luis del Pino
Ni Obama es Zapatero, ni los Estados Unidos bromean con la diplomacia, ni con los asuntos de política internacional. Cuando el presidente americano pronuncia un discurso, cuando al presidente americano le escriben un discurso, cada palabra y cada frase están medidas al milímetro, para estudiar todas las posibles lecturas y garantizar que se consiga el efecto que se busca. Especialmente en el campo internacional, en el que la idiosincrasia de cada nación, las diferencias culturales y los usos diplomáticos imponen un terreno de juego mucho más complejo que en política doméstica y donde cada palabra se convierte en un arma de doble filo.No responde a la casualidad ni a ningún tipo de despiste, por tanto, que al hablar de la guerra contra el terrorismo internacional y repasar la lista de atentados de Al Qaeda, el presidente americano haya evitado cuidadosamente mencionar el 11-M.
Lo cual tiene una doble lectura. Por un lado, la constatación de que los Estados Unidos no consideran que la masacre de Madrid sea de la misma naturaleza que el 11-S, que los atentados de Bali o que el 7-J. Mientras que los atentados de Nueva York, Londres o Indonesia fueron organizados por esa red difusa que hemos convenido en denominar Al Qaeda, los atentados del 11-M fueron... otra cosa. No sabemos quién es el responsable, pero sí quién no lo es. Lo cual, dicho sea de paso, no constituye una sorpresa para nadie que haya seguido las investigaciones realizadas por los medios de comunicación independientes en España. Lo mismo que no constituye sorpresa alguna para quienes simplemente se hayan leído la sentencia del 11-M sin ningún tipo de apriorismo: la propia "verdad judicial" establece que Al Qaeda no fue quien ordenó asesinar en Madrid a 193 personas.
La segunda lectura de las palabras de Obama es más sutil. Puestos a enumerar atentados de Al Qaeda, podía haber elegido otras formulaciones en las que no quedara tan patente la opinión que los servicios de inteligencia americanos tienen sobre el 11-M. No era necesario hacer tan evidente la omisión del atentado de Madrid. Se podía haber optado por condenar el 11-M a un silencio menos clamoroso, menos llamativo.
Estamos, por tanto, ante un deseo consciente de enviar un mensaje. ¿Por qué ese deseo? ¿Y por qué ahora? Y, sobre todo, ¿quién es el destinatario? ¿Tal vez un Zapatero que parece haber perdido definitivamente el norte en materia de política internacional, protagonizando en Kosovo con Obama una espantada no menos peregrina que la que protagonizó en Irak con Bush? No parece demasiado lógico que esa sea la razón. La última metedura de pata de Zapatero no pasa de ser una muestra de mala educación que dice muy poco de nuestra fiabilidad como país, pero que no causa ningún problema grave ni a Estados Unidos, ni a los restantes aliados presentes en Kosovo.
Lo más probable es que no haya un destinatario concreto y que la intención del mensaje no sea otra que dejar claro que existen serias dudas sobre la naturaleza real de la masacre de Madrid. Pero, ¿por qué esas dudas? ¿De qué información disponen los Estados Unidos para tener tan claro que la masacre de Madrid se sale del marco de esa lucha contra el terrorismo internacional que va a constituir uno de los ejes de la política de Obama en los próximos años?
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