Porqué Rajoy sube los impuestos
de Intereconomia
Que a Mariano Rajoy nada más ganar las elecciones le llovieran todo tipo de críticas y funestos presagios por parte del PSOE, sus medios afines y acólitos varios, resulta normal, teniendo en cuenta que, como dicho partido ha demostrado a lo largo del tiempo, no sabe perder y acostumbra a falsear la historia. Ahora bien, que tras la formación de su Gobierno con discutidos y discutibles nombramientos y la promulgación de un primer paquete de medidas fiscales, las críticas provengan de medios independientes o de ideología en ningún caso socialista, resulta más que preocupante ya que ni le han concedido los famosos 100 días de cortesía.
Que la crisis la vamos a pagar los de siempre, es decir clases medias y funcionarios es un axioma que lleva camino de convertirse en un postulado de la economía moderna, lo mismo que los socialistas en el Gobierno son incapaces de gestionar el erario público, contener el gasto y crear riqueza. Ahora bien, que varios de nuestros gobernantes debieron hacer novillos junto con el infausto Zapatero las dos tardes que explicaban economía empieza a ser una hipótesis más que razonable, porque parece evidente que lo que no se debe hacer en medio de una crisis como esta es esclerotizar el mercado laboral y subir impuestos, sino más bien lo contrario, es decir, bajar impuestos directos, fomentar la inversión y el ahorro en su debida proporción y eliminar rigideces en dicho mercado, lo que favorecerá la contratación y el consumo, que es lo que más necesitamos.
¿A qué obedecen pues estas medidas impopulares, contrarias al programa del PP y, me consta, a la ideología y filosofía política del nuevo presidente del Gobierno? La respuesta es sencilla: el agujero que se han encontrado al llegar al poder adquiere características abisales. El Gobierno socialista anunció un 6% de déficit, y la realidad y las cuentas han demostrado que la cifra estaba falseada en más de un tercio, ya que el déficit supera el 8%. Ante esta situación lo que hay que hacer es dar a conocer a todo el mundo la auditoría real de las cuentas públicas cuya situación catastrófica tiene nombres y apellidos ya que el callar por una supuesta razón de Estado te convierte en encubridor de los malhechores, hace que te comas un marrón que no te corresponde y evita que los recalcitrantes votantes del PSOE se den cuenta de que dicho partido, mientras no cambie sus planteamientos, inmóviles desde la noche de los tiempos aunque varíe la apariencia, ha sido, es y será la gangrena para España. Además, da alas al comando Rubalcaba, los de la zeja, el 15-M y similares para hablar del plan oculto de Rajoy y de que ha mentido al electorado y todo ello nada más empezar a gobernar. Imaginemos la que se le puede venir encima al Gobierno cuando el PSOE supere su guerra fratricida y recomponga algo sus filas, los sindicatos quieran complicar las cosas, los nacionalistas incrementen sus chantajes y la calle se vuelva tumultuosa.
El PP, con la legitimidad que le otorga el haber ganado democráticamente unas elecciones, tiene que sacudirse de una vez por siempre los complejos de la derecha, dejar de creerse su propia leyenda negra creada y propagada por las izquierdas y concentrarse en la gestión y la correcta acción de gobierno para levantar España ya que es imprescindible devolver la confianza en nuestro país cara al extranjero pero también ilusionar a la ciudadanía con el proyecto de vida en común para lo que se requiere seguir unas líneas por todos conocidas y, muy importante, saber comunicar pronto y bien a qué obedecen las medidas impopulares que hay que adoptar y el ritmo de mejora que va llevando nuestra economía gracias a los esfuerzos de todos y ello antes de que la desleal oposición pregone los males de las medidas a los cuatro vientos y los tuyos te llamen mentiroso y traidor.
Que al PP le fallan los canales de comunicación, si es que existen, es más que evidente, lo triste es que después de estar casi ocho años en la oposición víctima del cordón sanitario del PSOE y todo lo que le ocurrió en sus únicos ocho años en el Gobierno, ya saben, lo de Irak, el Prestige, el 11-M, entre otras menudencias, no hayan aprendido nada y persistan en los errores, guiños a la izquierda y brindis al sol e incapaces de adelantarse a los acontecimientos y desactivar bulos y rumores dotando de munición de distinto calibre al enemigo cuyos medios ya se encargarán de magnificar y publicitar. Así sucede que mientras el PSOE es capaz de vender abrigos en plena canícula y la gente hace cola para comprarlos, el PP trata de regalar agua en el desierto y, no sólo no se la acepta nadie porque los otros han vertido la insidia de que está envenenada, sino lo que es peor, ellos acaban por no beberla tampoco porque se creen la mentira.
En cualquier caso, me duele tener que recordar a un Gobierno que cree en la economía de mercado la luminosa frase de Winston Churchill según la cual, la nación que quiera prosperar a base de subir impuestos es como un hombre sentado en un cubo que intenta desplazarse tirando del asa.
*Vicente García-Hinojal es jurista.
Que a Mariano Rajoy nada más ganar las elecciones le llovieran todo tipo de críticas y funestos presagios por parte del PSOE, sus medios afines y acólitos varios, resulta normal, teniendo en cuenta que, como dicho partido ha demostrado a lo largo del tiempo, no sabe perder y acostumbra a falsear la historia. Ahora bien, que tras la formación de su Gobierno con discutidos y discutibles nombramientos y la promulgación de un primer paquete de medidas fiscales, las críticas provengan de medios independientes o de ideología en ningún caso socialista, resulta más que preocupante ya que ni le han concedido los famosos 100 días de cortesía.
Que la crisis la vamos a pagar los de siempre, es decir clases medias y funcionarios es un axioma que lleva camino de convertirse en un postulado de la economía moderna, lo mismo que los socialistas en el Gobierno son incapaces de gestionar el erario público, contener el gasto y crear riqueza. Ahora bien, que varios de nuestros gobernantes debieron hacer novillos junto con el infausto Zapatero las dos tardes que explicaban economía empieza a ser una hipótesis más que razonable, porque parece evidente que lo que no se debe hacer en medio de una crisis como esta es esclerotizar el mercado laboral y subir impuestos, sino más bien lo contrario, es decir, bajar impuestos directos, fomentar la inversión y el ahorro en su debida proporción y eliminar rigideces en dicho mercado, lo que favorecerá la contratación y el consumo, que es lo que más necesitamos.
¿A qué obedecen pues estas medidas impopulares, contrarias al programa del PP y, me consta, a la ideología y filosofía política del nuevo presidente del Gobierno? La respuesta es sencilla: el agujero que se han encontrado al llegar al poder adquiere características abisales. El Gobierno socialista anunció un 6% de déficit, y la realidad y las cuentas han demostrado que la cifra estaba falseada en más de un tercio, ya que el déficit supera el 8%. Ante esta situación lo que hay que hacer es dar a conocer a todo el mundo la auditoría real de las cuentas públicas cuya situación catastrófica tiene nombres y apellidos ya que el callar por una supuesta razón de Estado te convierte en encubridor de los malhechores, hace que te comas un marrón que no te corresponde y evita que los recalcitrantes votantes del PSOE se den cuenta de que dicho partido, mientras no cambie sus planteamientos, inmóviles desde la noche de los tiempos aunque varíe la apariencia, ha sido, es y será la gangrena para España. Además, da alas al comando Rubalcaba, los de la zeja, el 15-M y similares para hablar del plan oculto de Rajoy y de que ha mentido al electorado y todo ello nada más empezar a gobernar. Imaginemos la que se le puede venir encima al Gobierno cuando el PSOE supere su guerra fratricida y recomponga algo sus filas, los sindicatos quieran complicar las cosas, los nacionalistas incrementen sus chantajes y la calle se vuelva tumultuosa.
El PP, con la legitimidad que le otorga el haber ganado democráticamente unas elecciones, tiene que sacudirse de una vez por siempre los complejos de la derecha, dejar de creerse su propia leyenda negra creada y propagada por las izquierdas y concentrarse en la gestión y la correcta acción de gobierno para levantar España ya que es imprescindible devolver la confianza en nuestro país cara al extranjero pero también ilusionar a la ciudadanía con el proyecto de vida en común para lo que se requiere seguir unas líneas por todos conocidas y, muy importante, saber comunicar pronto y bien a qué obedecen las medidas impopulares que hay que adoptar y el ritmo de mejora que va llevando nuestra economía gracias a los esfuerzos de todos y ello antes de que la desleal oposición pregone los males de las medidas a los cuatro vientos y los tuyos te llamen mentiroso y traidor.
Que al PP le fallan los canales de comunicación, si es que existen, es más que evidente, lo triste es que después de estar casi ocho años en la oposición víctima del cordón sanitario del PSOE y todo lo que le ocurrió en sus únicos ocho años en el Gobierno, ya saben, lo de Irak, el Prestige, el 11-M, entre otras menudencias, no hayan aprendido nada y persistan en los errores, guiños a la izquierda y brindis al sol e incapaces de adelantarse a los acontecimientos y desactivar bulos y rumores dotando de munición de distinto calibre al enemigo cuyos medios ya se encargarán de magnificar y publicitar. Así sucede que mientras el PSOE es capaz de vender abrigos en plena canícula y la gente hace cola para comprarlos, el PP trata de regalar agua en el desierto y, no sólo no se la acepta nadie porque los otros han vertido la insidia de que está envenenada, sino lo que es peor, ellos acaban por no beberla tampoco porque se creen la mentira.
En cualquier caso, me duele tener que recordar a un Gobierno que cree en la economía de mercado la luminosa frase de Winston Churchill según la cual, la nación que quiera prosperar a base de subir impuestos es como un hombre sentado en un cubo que intenta desplazarse tirando del asa.
*Vicente García-Hinojal es jurista.
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