EL MUNDO     Los porteros de la ley 
     Carta del director PEDRO J. RAMÍREZ       26/02/2012              No hay nada tan kafkiano en El proceso de Kafka como la historia       que le cuenta a Josef K. un sacerdote que se presenta como       «capellán de la prisión» en la oscuridad de la catedral vacía. No       en vano Orson Welles extrajo ese «relato dentro del relato» del       final del libro y lo convirtió en una especie de preámbulo onírico       a su película. Las palabras del narrador aún resuenan en mis oídos       como trasfondo de una solemne puerta abierta hacia la luz:       
       «Ante la ley hay un portero. A este portero se le acerca un hombre       del campo y le pide que le deje entrar en la ley. Pero el portero       le dice que en ese momento no puede permitirle la entrada. El       hombre reflexiona y pregunta entonces si podrá entrar más tarde.       'Es posible', dice el portero, 'pero ahora no'. Como la puerta de       la ley está abierta igual que siempre y el portero se echa a un       lado, el hombre se asoma para ver en su interior».       
       Es sólo el comienzo. El peticionario cree que la suya es una causa       justa y que «la ley debe ser accesible siempre y a cualquiera».       Pero como el portero con «su gran abrigo de piel, su gran nariz       puntiaguda y su barba de tártaro larga, rala y negra» le impone       mucho, decide sentarse en un taburete junto a la puerta de la ley       a esperar que cambie el viento. Todo es en vano. «Allí permanece       sentado días y años». Lo intenta por todas las vías, incluso       entregando cosas, tal vez dinero, al portero que recibe sus       ofrendas de forma displicente: «Sólo lo acepto para que no te       creas que te has dejado pasar algo por alto». Pero la entrada       continúa infranqueable.       
       Aporto estos antecedentes literarios para que los amigos y       familiares de la juez Belén Sánchez Hernández, titular del Juzgado       de Instrucción número 39 de Madrid, que acaba de rechazar la       admisión a trámite de la querella por falso testimonio de Jamal       Zougam contra las dos rumanas que declararon haberle visto en uno       de los trenes del 11-M, entiendan por qué a Su Señoría está       creciéndole el apéndice nasal y en sus mejillas empieza a aparecer       mucho más que pelusilla.       
       En auto de 19 de enero, la juez Sánchez Hernández contestó a la       demanda del condenado a 42.917 años de prisión con ese primer «es       posible» del portero de la ley o más concretamente con la       apreciación de que los hechos denunciados «presentan       características que hacen presumir la posible existencia de       delitos». Sin embargo, un mes después le ha dado con las puertas       del «pero ahora no» en las narices.       
       ¿Con qué argumentos? Con dos que producen vergüenza ajena a       cualquier ciudadano con un sentido elemental de la lógica. Por un       lado, el de que la descripción de los hechos no incorpora el       elemento subjetivo del «dolo» -o sea la voluntad de mentir por uno       u otro motivo- que requiere el tipo penal del falso testimonio.       
       Esto es directamente falaz, pues la querella, basada en las       revelaciones de EL MUNDO, detalla cómo la testigo protegida J-70       fue rechazada como falsa víctima por el tribunal de evaluación del       Ministerio de Interior 15 días antes de que se le iluminara la       memoria y recordara -al cabo de un año del atentado- haber visto a       Zougam en un vagón; y cómo tanto ella como la camaleónica C-65       -que tanto iba con una amiga como con otra en aquel tren-       obtuvieron papeles, dinero y trabajo como consecuencia de su       crucial apoyo a la decisión policial de endosarle los 191       asesinatos al único detenido al que podían relacionar con lo       ocurrido, vía mochila de Vallecas. Si esto no es una base para       abrir un procedimiento, iniciar una investigación y tomar       declaración a las dos rumanas para someterlas por primera vez con       conocimiento de causa al principio de contradicción, que venga       Dios y lo vea.       
       El segundo argumento de la juez aún es más patético pues alega que       no le corresponde a un juzgado de instrucción «contradecir o       impugnar la valoración efectuada por el tribunal -del 11-M- de las       declaraciones prestadas por los testigos protegidos en la causa».       Si fuera así no existiría el artículo 458 del Código Penal que       tipifica el falso testimonio y habría por lo tanto un motivo menos       para pagarle a ella el sueldo como funcionaria.       
       Tamaña estolidez resulta en este caso doblemente hiriente a la       inteligencia y a la moralidad en la medida en que, tal y como       apunta el susodicho 458, la demostración del perjurio es la única       vía que podría llevar a un juicio de revisión de la condena de       Zougam; y en la medida en que su defensa desconocía en el momento       del juicio oral todas estas circunstancias sobre las testigos       protegidas que EL MUNDO ha podido averiguar al cabo de años de       laboriosa investigación. ¿Alguien duda de que al menos la       credibilidad de J-70 se habría desmoronado con estrépito si un       letrado hubiera exhibido un expediente en el que las propias       autoridades acababan de darla por falsaria?       
       Son tan ridículos e inanes los dos motivos de inadmisión que       parece lógico que la decisión sea revocada a nada que el recurso       recaiga sobre una sala normal de la Audiencia Provincial. Pero,       claro, la instrucción volvería entonces a la juez Sánchez y, vista       su disposición, muy poco podría esperarse de ella. Sobre todo por       un detalle que sugiere una especial malevolencia, un cierto       sadismo hacia la familia del querellante. Me refiero a su insólito       requerimiento de fianza -nada menos que 3.000 euros- incluido en       aquel auto de 19 de enero en el que abrió diligencias previas.       
       La madre de Zougam, cofirmante de la querella, tuvo que pedir un       crédito al banco; pero al propio reo, sometido desde hace ocho       años a un implacable régimen de confinamiento solitario, se le       saltaron las lágrimas cuando interpretó, como nosotros mismos       también lo hicimos, que aquella inusual demanda económica sólo       podía anticipar la admisión de la querella. Nadie estaba en       condiciones de imaginar que, visto lo visto, la juez sólo la pidió       «para que no creas que te has dejado pasar algo por alto».       
       Sí, ya sé, la Justicia no es una ciencia exacta; unas veces se       gana y otras se pierde; los jueces o los jurados, como los       árbitros, aciertan y se equivocan. Me he hecho tantas veces esas       reflexiones, analizando condenas que como la de Garzón caían por       su propio peso pero había que ver para creer, absoluciones tan       estupefacientes como la de Camps o comparecencias tan cargadas de       futuro como la de Blanco o la de ayer de Urdangarin, que tengo por       norma no dar nada por zanjado mientras los dados rueden. Por eso       lo único intolerable es que te impidan jugar el partido. Cuando lo       que se relata en una querella tiene apariencia de delito, como       reconoció la propia juez Sánchez, su inadmisión vulnera el derecho       a una tutela judicial efectiva que la Constitución otorga hasta al       más miserable de los seres. No digamos nada si de ese tenue hilo       pende la reclusión de por vida de alguien a quien cada vez más       personas informadas consideramos inocente.       
       En el relato del «capellán de la prisión» el «hombre del campo» va       extinguiéndose lentamente en su solitario taburete. Al borde de la       muerte expresa su última perplejidad: «¿Cómo es posible que en       todos estos años nadie excepto yo haya pedido que le dejen       entrar?». El portero desvela entonces su cruel secreto: «Nadie más       podía tener acceso por aquí, pues esta entrada estaba destinada       sólo para ti. Ahora me voy y la cierro».       
       Jamal Zougam no es, sin embargo, el único que se encuentra hoy       ante las puertas de la ley. Desde hace unos días, cual si de un       macabro sarcasmo se tratara, dos de las tres asociaciones de       víctimas del 11-M han sido expulsadas del recinto en el que a       duras penas habían logrado penetrar y se han visto obligadas a       amontonarse en un duro banco al otro lado del quicio de la       entrada. Han descubierto amargamente que, incluso después de dos       años de fructífera instrucción en los que la juez Cillán había       acumulado elementos más que suficientes para llevar a juicio al       comisario Manzano, podía ocurrirles que un segundo portero hiciera       tabla rasa de todo ello y, como en el juego de la oca, les mandara       otra vez a la casilla de salida.       
       El surrealista motivo esgrimido para abortar su querella es en el       fondo el mismo que indolentemente ha deslizado Belén Sánchez en su       paupérrimo auto: la «cosa juzgada». Si hay una figura jurídica más       detestable que la prescripción cuando los delitos son flagrantes,       es la «cosa juzgada». Con el agravio adicional de que en este caso       la sección 17 de la Audiencia Provincial no se refiere a la vista       oral del 11-M sino a la inadmisión de otra querella mucho más       genérica en la que ya estaba incluido Manzano.       
       Aquella fue una decisión correcta porque un grupo de ultraderecha       se limitó a presentar un ejemplar del libro Titadyne, disparando a       bulto contra todos los funcionarios que pasaban por allí. Pero       aplicar el principio del non bis in idem a la mucho más concreta y       acotada acción legal de la Asociación de Víctimas del 11-M, a la       que se adhirió la AVT, cuando gracias a ella ya habíamos       comprobado que el jefe de los Tedax manipuló unas pruebas y ocultó       otras, o cuando estábamos a punto de averiguar de qué covachuela       policial partió la consigna de que Renfe destruyera los vagones,       es una infamia jurisdiccional pues ni el objeto ni el sujeto del       pleito eran el mismo.       
       Como bien ha argumentado el abogado de los querellantes José María       de Pablo, esto supondría que la mejor forma que tendría cualquier       delincuente para garantizarse la impunidad sería presentar una       denuncia chapucera y mal fundamentada contra un amplio colectivo       que le incluyera y escudarse a partir de ahí en su seguro archivo.       ¿Cómo han podido actuar así estos tres magistrados? Yo sólo puedo       aportar el dato elocuente de que el presidente de esa sección,       José Luis Sánchez Trujillano, fue el mismo juez que consideró que       cuando Rodríguez Menéndez publicó una y otra vez que yo       «sodomizaba a niños de 12 años» no se trataba de un delito de       calumnia porque no concretaba a qué niño se refería.       
       Espero que la fulminante revocación de aquella sentencia por la       instancia superior que procedió a la condena solicitada sea un       perenne baldón que impida a Trujillano progresar en su carrera de       igual modo que la trayectoria de Bermúdez acaba de ser       determinante para su no renovación en el cargo. El problema es que       el recurso de este aberrante sobreseimiento que de momento cercena       las esperanzas de esclarecer aspectos clave del 11-M, si bien está       claro respecto a la cuestión de fondo, puede verse obstaculizado       por graves escollos técnicos pues, por añadir más surrealismo al       surrealismo, hay juristas que sostienen que tal decisión no es       recurrible.       
       Por segunda semana consecutiva me esmero, pues, en estimular la       imaginación cinéfila del nuevo fiscal del Estado. Ante esas       enormes puertas de la ley que filmó Welles tiene ahora mismo       sentados en un lado al único condenado como autor material de la       masacre de Madrid clamando, con indicios insoslayables, que ha       sido víctima de la mayor injusticia judicial de la Historia; y en       el otro a los representantes de dos tercios de las víctimas que ya       han podido demostrar en un juzgado que la policía manipuló pruebas       decisivas de la investigación y exigen que eso no quede amortizado       a beneficio de inventario. Una fina inteligencia como la suya no       puede ignorar que lo que se aporta desde esas dos perspectivas       antagónicas es en realidad coincidente.       
       Como siempre que se trata de la Justicia, el «relato dentro del       relato» de Kafka tiene dos finales. Exasperado por la estulticia       del portero, Josef K. llega a un diagnóstico sin esperanza: «La       mentira se convierte así en el orden universal». Pero el sacerdote       hace una salvedad a la que es posible agarrarse como a un último       matorral sobre el abismo: «Al principio se dice que la puerta de       la ley permanece abierta, como siempre, pero si siempre permanece       abierta, siempre, es decir independientemente de la duración de la       vida del hombre para el que está destinada, entonces el portero       tampoco podrá cerrarla».       
       Eso es lo que está hoy en juego en España: si prevalecerá la       puerta o lo harán algunos de sus más torpes, fanáticos e       indolentes porteros. De momento van ganando los porteros.              
pedroj.ramirez@elmundo.es              Siga todos los días el Twitter del director de EL MUNDO en:       twitter.com/pedroj_ramirez     
      
     Marlaska sustituye a Bermúdez
     Cambio positivo en la Audiencia Nacional
       24/02/2012
       
       El relevo de Bermúdez por Marlaska al frente de la Sala Penal de       la Audiencia Nacional tiene el carácter simbólico de que asciende       el juez que abrió el caso del chivatazo a ETA en el bar Faisán       -cuya investigación paralizó Garzón cuando volvió a su Juzgado-       para sustituir a quien pasará a la historia por cerrar en falso el       11-M. Bermúdez no sólo cocinó una sentencia que incluye como       hechos probados falsedades objetivas, sino que engañó a las       víctimas, con las que se comprometió a deducir testimonio con los       agentes que mintieron en el juicio. La noticia es positiva porque       se va alguien que se ha caracterizado por bloquear investigaciones       incómodas para el poder político y llega alguien que ha mantenido       una actitud inversa. Se marcha un juez que bloqueó la imputación       de altos cargos socialistas en el caso del chivatazo con la       maniobra de elevar al Pleno la resolución de sus recursos y le       suple otro que ha sido contundente en la lucha contra ETA. Eso       explica, por un lado, el apoyo mayoritario que el primero recibió       ayer de los jueces del CGPJ elegidos a propuesta del PSOE, y, por       otro, la satisfacción de las víctimas con el nombramiento del       segundo.
     
     
     El juez que abrió el 'Faisán' se impone al que       cerró el 11-M
     M. MARRACO M. PERAL MADRID
       24/02/2012 PORTADA
       
       Grande-Marlaska presidirá la Sala Penal de la Audiencia al lograr       2 votos más que Bermúdez / Las víctimas, satisfechas
       Fernando Grande-Marlaska, un experimentado juez en la lucha contra       ETA, vasco, de 49 años, dirigirá durante los próximos cinco años       la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, un tribunal clave en       el proceso de desaparición de la banda terrorista.
       
       Marlaska logró en dos votaciones -reglamentariamente pueden ser       hasta cuatro- los 11 votos justos para acceder a la presidencia de       esa Sala. Se impuso a Javier Gómez Bermúdez, que optaba a la       reelección y se quedó en nueve votos.
       
       El juez que abrió el caso Faisán, respaldado por el grueso de los       vocales propuestos por el PP y por dos consejeros propuestos por       el PSOE, sucederá al juez que clausuró el 11-M, apadrinado por el       vocal Gómez Benítez, el enviado de Rubalcaba a las negociaciones       con ETA. El nombramiento concitó la satisfacción de las       asociaciones de víctimas.
       
       El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) no sólo fue capaz de       elegir en plazo al presidente de la Sala de lo Penal de la       Audiencia Nacional, sino que también pudo desbloquear, por fin, la       plaza de la Sala Penal del Tribunal Supremo correspondiente al       turno de juristas de reconocida competencia, que estaba vacante       desde hace casi tres años.
       
       Para ambos cargos fueron elegidos los candidatos respaldados por       el vicepresidente, Fernando de Rosa, y el grupo de vocales       propuestos por el PP, con el apoyo determinante de dos consejeros       propuestos por el PSOE (tres en el caso de Del Moral, que también       fue votado por el presidente del Consejo, Carlos Dívar).
       
       Fue una estrategia perfecta frente a la que nada pudieron hacer       los ocho consejeros propuestos por PNV, CiU y PSOE que apoyaron       desde la primera votación a Gómez Bermúdez, apadrinado por el       vocal José Manuel Gómez Benítez, el enviado del ex ministro       socialista de Interior Alfredo Pérez Rubalcaba en las       negociaciones con ETA.
       
       Fue una rápida elección porque apenas hubo debate previo. Sólo       Claro Fernández-Carnicero tomó la palabra para defender con       brillantez la candidatura de Grande-Marlaska. Nadie intervino para       exponer los méritos de Gómez Bermúdez o de los otros cuatro       aspirantes: Teresa Palacios, que figuraba en la terna aprobada por       la Comisión de Calificación; Javier Martínez Lázaro, Alfonso       Guevara y Juan Pablo González.
       
       Ni Palacios, ni Guevara ni González recibieron voto alguno, que en       todo caso hubiera procedido de los vocales propuestos por el PP.       Pero éstos prefirieron no arriesgarse a que, dispersando sus       papeletas para consolar a los peticionarios, Grande-Marlaska se       quedara sin apoyos suficientes para pasar a la segunda vuelta.
       
       De esta forma, en la primera votación Gómez Bermúdez tuvo ocho       votos, Marlaska 10 y Martínez Lázaro, tres.
       
       A la segunda ronda sólo pasaron los dos candidatos más votados en       la primera. Fue entonces cuando Fernando Grande-Marlaska logró los       11 votos justos para acceder al cargo, mientras que Gómez Bermúdez       se quedó con nueve votos. Uno se emitió en blanco.
       
       Javier Gómez Bermúdez, que ha ocupado la Presidencia de la Sala       desde septiembre de 2004, no ha obtenido la confianza del CGPJ       para revalidar el mandato. Su falta de entendimiento con el       presidente de la Audiencia Nacional, Ángel Juanes, y actuaciones       controvertidas como elcaso 11-M o la unilateral avocación al Pleno       del caso Faisán cuando correspondía a la Sección Segunda han       operado en su contra.
       
       Con anterioridad se había elegido a Antonio del Moral, un       prestigioso fiscal del Supremo, como magistrado de la Sala Penal.
       
       El vocal propuesto por el PSOE Miguel Carmona intentó in extremis       evitar la elección y propuso que la cobertura de la vacante del       Supremo fuera sacada del orden del día «ante la previsible falta       de acuerdo». Le replicó Antonio Dorado, que hizo valer que el       asunto ya estaba en el orden de la reunión y pidió proceder a la       votación.
       
       Se agotaron las cuatro rondas previstas en el reglamento. En la       primera Del Moral obtuvo 12 votos; el catedrático Gonzalo       Quintero, cinco y la catedrática María Luisa Corcoy, cuatro.
       
       En la segunda y tercera vueltas Del Moral mantuvo los 12 votos,       Quintero subió a ocho y se registró un voto en blanco.
       
       En la cuarta y última votación, Del Moral alcanzó los 13 votos       necesarios, Quintero bajó a siete y se repitió la papeleta en       blanco.
       
       Antonio del Moral ingresó en la carrera fiscal en 1983, con el       número uno de su promoción. Ejerció en las fiscalías de Ciudad       Real y Madrid y en la Secretaría Técnica de la Fiscalía General       del Estado. Desde mayo de 1999 era miembro de la Sección de lo       Penal de la Fiscalía del Tribunal Supremo.
       
       Por su parte, Fernando Grande-Marlaska ingresó en la carrera       judicial en 1988. Ejerció como juez en Santoña y Bilbao. Entre       1999 y 2003 presidió la Sección Sexta de la Audiencia Provincial       de Bilbao.
       
       En abril de 2003 se trasladó a Madrid, donde estuvo destinado en       el Juzgado de Instrucción número 36 y, desde mayo de 2004, en       distintos puestos de la Audiencia Nacional.
     
     
     F. GRANDE-MARLASKA Presidente de la Sala Penal.       El juez que no se achantó
     MANUEL MARRACO MADRID
       24/02/2012 ESPAÑA
       
       «¡Marlaska, no te achantes!». Si no fuera por los cristales       blindados del despacho de Garzón, que por entonces ocupaba, el       nuevo presidente de la Sala de lo Penal habría podido oír ese       grito desde la calle la tarde que tenía ante sí a Arnaldo Otegi.       Porque si en su nuevo puesto le van a corresponder decisiones de       trascendencia, no serán las primeras. Con Otegi ni se achantó ni       optó por la vía más dura: le mandó a prisión eludible con una       abultada fianza.
       
       Fernando Grande-Marlaska (Bilbao, 1962) lleva ocho años en la       Audiencia y 24 en la carrera judicial. Empezó en Santoña, presidió       la Audiencia de Vizcaya, volvió a ser instructor en los juzgados       de Madrid y en abril de 2004 pasó de plaza de Castilla a la calle       de Génova. Desde su llegada al tribunal antiterrorista le ha       tocado sustituir a Ruiz Polanco en el Central 1, sustituir a       Garzón en el Central 5, entrar a formar parte de un tribunal de la       Sala Penal y, finalmente y durante sólo unas semanas más, volver       como instructor al Central 3. Entremedias intentó, sin éxito, ser       vocal del CGPJ.
       
       Los momentos más intensos fueron, sin duda, los que le llevaron a       opacar al juezestrella. Procesó a Otegi y apretó el cerco judicial       a Batasuna. Sus últimos días antes de que Garzón volviera de EEUU       para reconducir el proceso de paz fueron trepidantes: ordenó abrir       una investigación por el chivatazo que había desbaratado su       operación contra el bar Faisán y viajó a su ciudad natal para       imputar a un dirigente del PNV por colaborar con la red de       extorsión etarra.
       
       En los últimos años, Marlaska se ha encargado de la mayoría de las       operaciones contra Segi, cantera de ETA y ha investigado la red de       abogados de la banda. En esas y otras causas Marlaska ha dictado       numerosísimas prisiones provisionales que luego han sido revocadas       por la Sala que ahora presidirá. Al margen del terrorismo, una de       sus últimas decisiones ha sido archivar, por segunda vez, la       investigación de la contratación del Yak 42, lo que le ha valido       aceradas críticas de los familiares.
       
       Tras una operación policial con la última tregua ya en marcha, el       dirigente abertazle Txelui Moreno soltó: «Decidle a Marlaska que       con estas detenciones se puede joder el proceso». Las coléricas       palabras encontraron la indiferencia del juez en una entrevista al       vicedirector de este diario, Casimiro García-Abadillo: «No es para       pensar mucho en ello». Marlaska, al que ETA planeó asesinar en       Ezcaray, añadió algo que hoy, desde su nuevo cargo, cobra más       relevancia: «Yo no puedo tener nunca la idea de que con mi trabajo       se pueda entorpecer, fastidiar o perturbar nada».
       
       Desde que se tuvo que estrenar como juez con la muerte de Rafi       Escobedo, los titulares han perseguido a este hijo de funcionario       y costurera que estudió, y mucho, en un colegio católico. Otros       titulares los ha escogido él, como cuando, entre auto y auto,       decidió hacer pública su homosexualidad.
     
     
     Los compromisos del nuevo presidente
     24/02/2012 ESPAÑA
       
       - Potenciación del Pleno de la Sala con la celebración de       reuniones periódicas, con el fin de unificar criterios y dar       respuestas jurídicas correctas. Será la forma de hacer frente a       «un problema que no podemos obviar»: las revocaciones de       sentencias por parte del Supremo.
       
       - Auditoría de ejecutorias. Se hará con los presidentes de las       secciones un estudio pormenorizado del estado de los fallos       pendientes de ejecutar, dando a este asunto un «tratamiento       preferente».
       
       - Seguimiento de las instrucciones. Los ponentes de cada causa       harán un seguimiento «efectivo» de las instrucciones para evitar       su prolongación en el tiempo y el mantenimiento indefinido del       secreto.
       
       - Expediente digital.Deberá arrancar con todas las nuevas causas       que se inicien a partir de octubre de 2012.
       
       - Organización. Se mantendrán las cuatro secciones, cada una con       una UPAD (unidad de apoyo directo). Habrá un «especial cuidado» en       mantener la composición personal de los tribunales, «sin       alteraciones en el último momento». Se mantendrá la       especialización de la Sección Primera y se propondrá la       especialización de otras secciones en extradiciones y entregas.
       
       - Relación con las víctimas. Potenciación de la Oficina de       Víctimas para que éstas estén informadas de cada trámite del       proceso. La oficina se instalará en la Audiencia y se dotará de       personal especializado, como psicólogos.
       
       - Competencias. Propuesta de atribución a la Sala del conocimiento       de la criminalidad organizada para la trata de seres humanos y       corrupción pública y privada.
     
     
     «Ha sido claro y contundente contra el       terrorismo»
     M. M. MADRID
       24/02/2012 ESPAÑA
       
       Las asociaciones de víctimas se mostraron ayer unánimemente       satisfechas del nombramiento. «Estamos muy contentos porque       Marlaska ha sido claro en su firmeza y contundencia contra el       terrorismo. Estamos ilusionados y contentos», declaró ayer la       presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT).       Ángeles Pedraza añadió que confiaba en que «muchos casos       estancados» puedan ahora recibir un impulso. «Como víctima y como       presidenta de la AVT, creo que ha sido un acierto», concluyó.
       
       Desde la asociación de víctimas Verde Esperanza-Voces contra el       Terrorismo, su presidente Francisco José Alcaraz también se       mostraba muy satisfecho. «Lo veo francamente una buena elección,       sobre todo cuando la alternativa era Gómez Bermúdez», declaró.       Alcaraz recordó que en su intervención ante el Consejo General del       poder Judicial Marlaska «se acordó de las víctimas del       terrorismo», a diferencia de lo que hizo el hasta ahora       presidente. «Sus actuaciones hasta ahora nos generan una esperanza       de imparcialidad que hoy en día no es poco».
       
       Por su parte, la asociación Dignidad y Justicia opinó en       declaraciones a Servimedia que su designación servirá para       resolver el caso Faisán y otras causas «enquistadas». Daniel       Portero, presidente de la asociación, afirmó que «la trayectoria       de Marlaska en la lucha antiterrorista es intachable» y «no ha       cometido ni un solo error». «Es una persona que, aparte de       trabajadora, hace equipo», lo cual «va a impulsar todas aquellas       investigaciones que, de alguna forma, están enquistadas en la       Audiencia Nacional».
       
       También mostró ayer su satisfacción la asociación de Ayuda a       Víctimas del 11-M. Su presidenta, Ángeles Domínguez, explicó que       Marlaska les parecía «el mejor candidato». «La trayectoria de       Grande-Marlaska con las víctimas ha sido buena. Veremos si en       estos años seguimos pensando lo mismo. Que no nos defraude».
     
     
          23/02/12
     plataformaconstitucional.blogspot.com
       Desde la Plataforma Constitucional se impulsa el esfuerzo de un       conjunto de profesionales que, ante la quiebra del marco       constitucional que supone la actual deriva nacionalista en España,       promueven la realización de una Segunda Transición para la reforma       de ciertos artículos de la Constitución España       
                   22/02/12
         palencialiberal.blogspot.com         
                         22/02/12
       La juez inadmite ahora la querella de         Zougam contra las testigos rumanas del 11-M
         www.libertaddigital.com         Después de afirmar que pudo haber delito de falso testimonio un         mes más tarde la juez Belén Sánchez dice que "no le consta" que         haya delito. 
            
          22/02/12
     Fernando Schwartz       www.elcultural.es       Fernando Schwartz. "La Transición empezó y acabó con dos       explosiones, la de Carrero y la del 11-M"