miércoles, septiembre 07, 2011

Belhadj asegura que no tiene nada que ver con el 11-M

El líder militar rebelde de Trípoli afirmó en declaraciones exclusivas a ABC que la inteligencia española lo interrogó en la cárcel de Abu Salim y «todo quedó claro»

MIKEL AYESTARAN / TRIPOLI
Día 05/09/2011


«Agentes de la inteligencia española vinieron a interrogarme a Abu Salim (prisión de alta seguridad de Trípoli) y quedó muy claro que no tengo nada que ver con los atentados del 11-M en Madrid». Abdul Hakim Belhadj, antiguo emir del Grupo Islámico de Combatientes Libios (LIFG, por sus siglas en inglés) y actual comandante de las fuerzas rebeldes en Trípoli, no dudó en hacer un hueco en la caza de Muamar Gadafi que lidera a la hora de atender de nuevo a ABC para aclarar algunas informaciones que le vinculan al mayor atentado de la historia de España.

Un informe de la Unidad Central de Información Exterior (UCIE) al que tuvo acceso «El Confidencial Digital» asegura que Belhadj mantuvo contacto telefónico con Serhane ben Abdelmajid Fakhet, «El Tunecino», responsable de la célula islamista del 11-M. La documentación entregada en junio de 2005 al juez Juan del Olmo recoge dos llamadas efectuadas por «El Tunecino» a números de teléfonos móviles que pertenecerían a Belhadj, cuyo nombre en los círculos islamistas es Abu Abdula Sadeq, cuando este supuestamente vivía en China entre finales de 2003 y principios de 2004.

En la entrevista telefónica mantenida a última hora de noche el antiguo emir no quiso responder a las cuestiones concretas sobre si realmente vivió en China o si tuvo algún contacto con «El Tunecino» por considerar que «esto quedó todo aclarado con los agentes españoles» y piensa que «el informe es anterior al interrogatorio». Belhadj se siente «víctima de una campaña mediática dirigida por los servicios de inteligencia españoles, británicos, americanos, franceses e italianos. Todos ellos han tenido relaciones con el régimen represivo de Gadafi y ahora quieren quitarse testigos de sus ilegalidades de en medio», aclaró el secretario del comandante rebelde. «Si el Grupo Islámico de Combatientes Libios es un grupo terrorista, entonces todos los que estamos haciendo esta revolución somos terroristas porque el objetivo de ambos es el mismo, el fin de la dictadura», matizó la persona que siempre acompaña a Belhadj.

En una entrevista exclusiva concedida recientemente a ABC para desmentir sus vínculos con Al Qaida, Belhadj habló de su vida pasada vinculada a la yihad en Afganistán y denunció su captura por parte de la CIA en Malasia y la posterior extradición a Libia a lo largo de 2004 tras pasar un breve espacio de tiempo en Tailandia «donde fui torturado». En ningún momento mencionó el paso por China tras la salida de Afganistán, ni sus viajes a Hong Kong, de los que habla el informe español, donde supuestamente recibió las llamadas del cabecilla del 11-M poco antes de los atentados. En la información de la UCIE también figuran llamadas de Belhadj a teléfonos españoles, «cuatro las realizó el 3 de enero de 2004. El destinatario fue el móvil 629130072, del que era usuario un socio de origen jordano de “El Tunecino” llamado Mohd Othman», cita «El Confidencial Digital».

Archivos de la CIA

En el primer encuentro mantenido con ABC, el comandante rebelde, que aseguró no haber entrado en Al Qaida por no compartir su «ideología», declaró haber viajado a su país de vuelta desde Malasia, no desde China como asegura el informe policial español. Los documentos que desvelaron las relaciones entre la CIA y el régimen libio que hizo públicos el organismo Human Rights Watch el sábado, confirman la versión de Belhadj y dos archivos datados en marzo de 2004 detallan que los agentes americanos solicitaron a Trípoli «el envío de dos hombres» para custodiar al detenido en el vuelo desde Kuala Lumpur.

De terrorista villano a héroe libertador 

M. Ayestaran

Saltó a la escena internacional hace poco más de diez días cuando tomó por la fuerza Bab al Aziziya, el búnker de Gadafi en la capital libia, al mando de mil yihadistas. Y lo hizo con relativa facilidad, haciendo valer sus largos años de lucha en Afganistán, contra la URSS, y en Irak, contra las tropas norteamericanas. Aquellos tiempos de lucha y clandestinidad acabaron en 2004 cuando fue detenido en Malasia, trasladado a Bangkok y torturado por agentes de la CIA durante varios días. Fue devuelto a Libia y encarcelado en la temida prisión de Abu Salim, donde pasó más de seis años, tres de ellos sin ver la luz del sol y uno entero sin poder ducharse. Ahora sabemos que allí fue interrogado también por los servicios de inteligencia españoles que lo relacionaban con «El Tunecino», jefe de la célula del 11-M, con quien había mantenido varias conversaciones telefónicas poco antes de los atentados.

Este ingeniero nacido en Trípoli, de 45 años, supo jugar sus cartas cuando Saif al Islam, hijo mayor y heredero de Gadafi, ideó un plan para «recuperar» a los terroristas que luchaban contra su padre. Belhadj, emir del Grupo Islámico Libio de Lucha y uno de los opositores más temidos, se ganó la confianza de Mohamed Jibril, por entonces ministro de Jusiticia de Gadafi y actual presidente del Consejo Nacional de Transición libio, y consiguió la amnistía. De ahí a las montañas de Nafusa, y de ahí a Trípoli convertido en héroe.

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