domingo, enero 22, 2006

Deconstruyendo el Estatuto (XXVI y XXVII)

 



ABSURDA REVOLUCIÓN
ABSURDO:
Contrario y opuesto a la razón; que no tiene sentido. (DRAE)

REVOLUCION: Cambio violento en las instituciones políticas, económicas o sociales de una nación.(DRAE)
Ambas definiciones son aplicables a lo acontecido el 11M en Madrid.
Desde entonces trabajamos para conocer la verdad, honrar la sangre derramada, y defender nuestra LIBERTAD.


http://nacionalismo.blogs.com/byebyespain/2004/09/post.html
... si los límites de la Carta Magna «fuesen sobrepasados», sería de «aplicación el artículo octavo de la Constitución: las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad y el ordenamiento constitucional».

Teniente general Mena
http://areslabones.blogspot.com/


Deconstruyendo el Estatuto (XXVI y XXVII)




Artículo 54. Memoria histórica

1. La Generalidad y los demás poderes públicos deben velar por el conocimiento y el mantenimiento de la memoria histórica de Cataluña como patrimonio colectivo que atestigua la resistencia y la lucha por las libertades democráticas y los derechos nacionales y sociales. A tal fin, deben adoptar las iniciativas institucionales necesarias para el reconocimiento y la rehabilitación de todos los ciudadanos que han sufrido persecución como consecuencia de la defensa de la democracia y el autogobierno de Cataluña.

2. La Generalidad debe velar para que la memoria histórica se convierta en símbolo permanente de tolerancia, de dignidad de los valores democráticos, de rechazo de los totalitarismos y de reconocimiento de todas las personas que han sufrido persecución debido a sus opciones personales, ideológicas o de conciencia.

La creación oficial de héroes. Desde Rafael de Casanova hasta Puig Antich, pasando por Carrasco i Formiguera, por supuesto Companys y, porqué no, Carod Rovira, linchado inmisericordemente por la caverna mediática de Madrid.

La memoria histórica como patrimonio colectivo ya es en sí mismo un planteamiento original, porque que yo sepa son los individuos y no las sociedades los que tienen o dejan de tener memoria y recuerdos. Pero la Generalitat orwelliana corregirá este error, y nos dotará de una memoria colectiva y se asegurará de que se mantenga y conozca, y rehabilitará y reconocerá a todos aquellos héroes que fueron perseguidos... ¡por defender el autogobierno de Cataluña! Realmente, en otros países tienen héroes mucho más románticos, que lucharon por la paz, por la libertad, contra la tiranía, ... Aquí no: los héroes son los que luchan por el autogobierno. O sea, los nacionalistas.

Artículo 56. Composición y régimen electoral

(...)
3. Son electores y elegibles los ciudadanos de Cataluña que están en pleno uso de sus derechos civiles y políticos, de acuerdo con la legislación electoral. La ley electoral de Cataluña debe establecer criterios de paridad entre mujeres y hombres para la elaboración de las listas electorales.
(...)

Esto debe significar las listas "cremallera": chico - chica - chico - chica.... con independencia de los méritos y la valía de los candidatos. Una buena forma de elevar el nivel de la política: establecer un sistema de cuotas. ¿Cuánto tardarán los gay en quejarse de esta discriminación? ¿Y para cuándo la paridad de miopes, calvos, altos, bajos, ...?

Artículo 59. Organización y funcionamiento

1. El Parlamento tiene un presidente o presidenta y una mesa elegidos por el Pleno. El Reglamento del Parlamento regula su elección y funciones.
2. El Reglamento del Parlamento regula los derechos y los deberes de los diputados, los requisitos para la formación de grupos parlamentarios, la intervención de estos en el ejercicio de las funciones parlamentarias y las atribuciones de la Junta de Portavoces.
(...)
6. El Parlamento puede crear comisiones de investigación sobre cualquier asunto de relevancia pública que sea de interés de la Generalidad.

Simples anécdotas de políticos obsesos: "presidente o presidenta", pero luego no dice "diputados o diputadas". Qué lío...

La divertida es la sexta: las comisiones de investigación se podrán crear sobre cualquier asunto de relevancia pública... ¡que sea de interés de la Generalidad! Más claro agua. No va a investigarse lo que sea de interés para los ciudadanos, o la oposición, hasta ahí podíamos llegar...

Germont miembro de AR y FL
Índice de artículos publicados

                       




Lo más reciente en AR


El Estatuto a debate
Propuestas para una Cataluña de todos

El proyecto de reforma del Estatut de Cataluña se encuentra en un momento decisivo, y la financiación es uno de sus puntos fundamentales.

Tal como ha sido redactada, la propuesta de Estatut afectará no sólo a los catalanes, sino a todos los ciudadanos del Estado. A pesar de ello, se ha dicho de ella que es una propuesta fuertemente particularista, planteada de espaldas al interés general. Los foros de opinión del PSC Ágora Socialista y Socialistas en Positivo contemplamos con preocupación el nuevo proyecto de financiación porque consideramos que regular la solidaridad desde una perspectiva nacionalista puede ser muy disfuncional para el conjunto del país, y porque afirmamos que anteponer lo propio a lo justo es contrario a los principios del socialismo. El ciclo de conferencias «El Estatuto a debate» se organiza con el fin de elaborar argumentos para que en las Cortes Generales se reforme el Estatut en un sentido que garantice el bien común, las reglas de juego de una sociedad liberal de ciudadanos y la identidad plural de Cataluña en el marco de una España plural.

SEGUNDA CONFERENCIA • COLOQUIO:
Lunes, 23 de enero de 2006, 19.30 horas
CENTRO CÍVICO «LA SEDETA» c/ Sicilia, 321 (entre Industria y Padre Claret) BARCELONA
Metro: Plaza Joanich y Sagrada Familia
«La financiación del catalanismo»

A cargo de
ÁNGEL DE LA FUENTE
(Vicedirector del Instituto de Análisis Económico del Centro Superior de Investigaciones Científicas en Barcelona)




Por una Cataluña de ciudadanos - Por la solidaridad entre todos los españoles - No al nuevo Estatuto - Por la Constitución de 1978

Sábado, 4 de febrero. 12:00h.
Lugar: Barcelona. Salón del Barceló Hotel Sants.
(Plaza Països Catalans – Estación de Sants)
Intervendrán:
Francisco Caja (Presidente de CCC)
Mikel Buesa (Presidente del Foro Ermua)
Carlos Martínez Gorriarán (Portavoz de Basta Ya)

Convocantes: Convivencia Cívica Catalana (CCC), Foro Ermua, Asociación por la Tolerancia, Vecinos de Paz de Berriozar, Asociación Gallega para la Libertad de Idioma, Sindicato C.F.P. Manos Limpias, Asociación Justicia y Libertad, Círculo de Opinión Pública, Asoc. Interuniversitaria Gaudeamus, Plataforma Unidad y Libertad, Fundación para la Defensa de la Nación Española, Comité Internacional Civil, Vigueses por la Libertad, Asoc. Dignidad y Justicia (Macro-juicio contra ETA), Foro por la Libertad.




Defiende la libertad lingüística de los catalanes


La Generalitat de Cataluña no cesa en su acoso a los ciudadanos. Utilizando la lengua catalana como instrumento político la Generalitat ataca la libertad de los ciudadanos. Sus últimas actuaciones han sido inspecciones lingüísticas a las empresas, obligar a funcionarios a utilizar únicamente la lengua catalana o la revisar historias clínicas para controlar el idioma utilizado por los profesionales sanitarios. Pide a la Generalitat la revocación inmediata de estas medidas y la dimisión de los principales responsables.





En plena batalla contra el nacionalismo (21-01-06):





De paseo por Barcelona:
Educación y Nacionalismo
de Ernesto Ladrón de Guevara

Convocados por la "Asociación por la Tolerancia" en una reunión con público reducido pero de buen nivel intelectual, se desarrolló la charla coloquio en la que Ladrón de Guevara (al fondo) relató la  evolución de los esquemas educativos en las Vascongadas. Gran parte del discurso se concentró en el problema de la imposición de la lengua  como instrumento de  conducción ideológica. La reunión fué moderada por Marita Rodriguez, presidenta de la Asociación por la Tolerancia, en el centro, y el libro lo presentó  Javier Orrico.


http://i19.photobucket.com/albums/b194/absurdarevolucion/elg.jpg

Podeís escuchar la conferencia en el enlace:
http://www.youtube.com/?v=hML4oJKguVQ

Como complemento pormenorizado se puede adquirir el libro (vetado en Cataluña y Vascongadas).


http://i19.photobucket.com/albums/b194/absurdarevolucion/ldga.jpg

Al salir de la conferencia, haciendo un repaso de lo vivido, satisfechos, y a pesar de los malos y fortísimos vientos que soplan contra las velas de la libertad, nos convencimos que la flota en la que viajamos desde gentes de la izquierda hasta de la derecha, va a dar la batalla, vencer, y llegar a buen puerto. Hoy ya es realidad un gran movimiento contra los promotores de la destrucción de la nación española; tantos, tan unidos, y tan decididos a hacer de España un lugar de  convivencia y progreso.

Los destinos de un colectivo se rigen por las acciones de los gobernantes que hábilmente influyen en la opinión de la masa social que les apoya y que les sustenta. Hemos de acusar públicamente al club de los traidores a la nación española, con todas nuestras fuerzas, de todas las formas imaginables, de los crímenes que están perpetrando contra  el  devenir colectivo que por ende es el individual. No podemos consentir que se cercenen nuestras libertades individuales. Un nación es libre si son libres sus indivíduos, no se puede apelar a la libertad de los colectivos, mediante regulaciones, y esperar una mejora de la libertad individual.

En Cataluña, se van a dictar normas para que los padres aprendan catalán y así puedan relacionarse con sus hijos, la obligatoriedad del catalán en las aulas se amplia a los recreos, competiciones escolares, y todos los ámbitos en los que la administración tiene control. Nuestros hijos ya tienen la posiblidad de delatar a los profesores que, firmes en sus principios, osan a usar el castellano como principal lengua vehicular. ¿Llegarán a denunciar los hijos a los padres que no se adapten a la ley catalana?. ¿No es esto fascismo?

Quiero agradecer desde esta humilde tribuna, a todos los que están trabajando por nuestro futuro en paz, su valentía y compromiso. Ernesto Ladrón de Guevara como muchos otros en las Vascongadas, viven con escolta permanente.

AR



Recorriendo el pasado:

Zapatero, un liberticida disfrazado de demócrata

Se puede tener claro, y lo tenemos, el esquema de comportamiento del gobierno zETAp. No obstante creo interesante la comparación de este con las conclusiones que la Ciencia Política establece para otros periodos de nuestra historia más reciente.

Del libro "El camino a la democracia en España. 1931 y 1978" de Manuel Álvarez Tardío Profesor de Historia Política en la Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas de la Universidad Rey Juan Carlos, el capítulo "LA REFORMA Y LA RUPTURA" compara el procedimiento empleado para efectuar las transiciones democráticas que desembocaron en la Segunda República, y a nuestro actual "sistema de libertades".

Es interesante hacer el ejercicio de búsqueda de semejanzas y diferencias de estas dos situaciones pretéritas, con la que estamos "sufriendo actualmente":



LA REFORMA Y LA RUPTURA
MANUEL ALVAREZ TARDÍO
El camino a la democracia en España. 1931 y 1978
Editorial GOTA A GOTA


La gran pregunta cuando de transiciones a la democracia se trata no puede ser otra que la referida al camino escogido para alcanzar tan loable objetivo. Con esto nos referimos a la cuestión cardinal de la reforma o la ruptura (con todas las variantes que de ambas puedan admitirse). Por muy diferentes que sean Los caminos escogidos para alcanzar la democracia, en todos ellos es posible considerar el grado de reforma o de ruptura desplegados para pasar de un sistema político anterior -normalmente autoritario- a uno nuevo de tipo democrático.

No es distinto en los dos casos que nos ocupan: en uno, el camino a la democracia republicana se caracterizó por un grado de ruptura muy alto, derivado, como no podía ser de otro modo -pese a los deseos en contra de la derecha republicana y de algunos de Los llamados «intelectuales» republicanos-, de la consideración mayoritaria del cambio de régimen como revolución; en el segundo, la transición a la democracia posterior a la muerte de Franco, en la que predominó el valor de la reforma, lo que no quiere decir, como a veces se afirma, que los cambios jurídicos que ocurrieron no fueran radicales, sino simplemente que no tuvo lugar ningún cambio drástico de poder ni ninguna revolución.

Por otra parte, los conceptos de ruptura revolucionaria y reforma de cada caso están ligados, como en otras transiciones, a un tercer concepto que completa el significado último de aquellos: el de pacto. Como es sabido, la reforma democrática emprendida a finales de 1976 fue una reforma pactada, lo que significa, principalmente, que las decisiones políticas más importantes tomadas durante el camino recorrido de diciembre de 1976 a diciembre de 1978 -incluida la elaboración de la Constitución- no fueron resultado de la preponderancia de un grupo político, ni siquiera, en lo importante, de la imposición de la mayoría sobre las minorías. Aunque con alguna excepción, el resultado pudo ser, finalmente, una democracia de todos y para todos, lo que incluyó a los que habiendo estado vinculados a la dictadura apoyaron la transición y demostraron sus convicciones democráticas  En el caso de la ruptura republicana no pudo ser así; las exigencias de la revolución, como en otros casos en los que ésta se hace presente, fueron incompatibles con toda negociación con las fuerzas políticas vinculadas al régimen anterior, consideradas, por definición, como contrarrevolucionarias. (Aunque esta consideración excluía a los socialistas, que aun habiendo colaborado con la dictadura de Primo de Rivera hasta casi el final, sí fueron considerados socios leales para traer la República.) Además, en 1931, para quienes dirigieron el camino a la democracia el concepto de «pacto» estaba asociado a una forma superada de liberalismo político y connotaba una traición a los ideales de la democracia.

... pretendemos remarcar uno de los aspectos capitales de la estabilidad de la democracia fundada en 1978, aspecto que la diferencia sustancialmente del proceso de fundación de la democracia republicana: se trata de un valor de raigambre liberal, uno de esos valores que consiguen que quien lo ejercita se comporte en política con la conciencia de la limitación de sus opiniones y no pretenda ni espere de la política una solución mágica y radical para todos los problemas que afectan a la vida de los ciudadanos. Se trata, en definitiva, de uno de los supuestos axiológicos del liberalismo arrinconados en la Europa de entreguerras ante el ascenso de las ideologías revolucionarias. Como ha recordado Rüdiger Safranski, «Los hombres no pueden crear ningún Dios mortal y, por su propio bien, no habrían de intentarlo. Se trata, por tanto, de poner en marcha un juego regulado de [las] diferencias. Quizás eso no produzca el orden simplemente "verdadero", pero si crea un orden en el que se puede vivir». La primera exigencia de ese orden liberal es clara: impedir que el poder esté concentrado y pueda evitarse la coacción arbitraria sobre los individuos. Esa premisa fue rescatada y asegurada por las élites que fundaron la monarquía democrática que hoy disfrutamos, conscientes tanto de la experiencia española de los treinta como del final de la Europa de entreguerras.

Por el contrario, en los años treinta la prioridad de los constituyentes republicanos fue afianzar un fuerte poder estatal que hiciera posible la política revolucionaria y que permitiera el control total de los adversarios del nuevo régimen. Para ellos, dividir el poder era una claudicación ante los enemigos tradicionales de la nación española; era la fórmula escogida por el liberalismo histórico, una fórmula que a los ojos de la izquierda republicana sólo habla servido para traicionar la libertad. Las palabras de Manuel Azaña en el parlamento, respondiendo a una proposición incidental de las oposiciones para que, después de casi un año de vigencia de la Constitución, se declarase «urgente la presentación de la ley que ha de establecer y organizar el Tribunal de Garantías Constitucionales», son bastante representativas:

«Sr. Azaña: ¿Independencia del Poder judicial? ¡Según! Independencia ¿de qué? (El Sr. Gil Robles: Del Gobierno.) Exactamente. Independencia del Poder judicial, ¿de qué? (Sr. Gil Robles: De las intromisiones del Gobierno. Rumores.) Pues yo no creo en la independencia del Poder judicial. (El Sr. Gil Robles: Pero lo dice la Constitución.) Dirá lo que quiera la Constitución, lo que yo digo... (El Sr. Gil Robles: Artículo 94 de la Constitución.) Cálmese el señor Gil Robles. Lo que yo digo, Sres. diputados, es que ni el Poder judicial, ni el Poder legislativo, ni el Poder ejecutivo pueden ser independientes del espíritu público nacional. (...) Lo que yo digo es que no hay Poder del Estado que pueda ser independiente, ni más que independiente, hostil al espíritu público dominante en el país. (Muy bien. Grandes aplausos.) No ha habido jamás, ni puede haber jamás, ningún Estado que consienta que una de sus instituciones fundamentales, por las razones que sean, no esté enteramente penetrada del mismo espíritu que penetre a todo el Estado. Esto es una cosa evidente, y si no, sería el suicidio de las instituciones públicas, de éstas o de las otras. (El Sr. Alba: Eso lo dijo ya Primo de Rivera. Fuertes protestas y rumores.) Muy bien, pues alguna vez tenía que acertar Primo de Rivera.»

Huntington ha considerado hasta cuatro modelos teóricos para agrupar las diferentes formas de caminar hacia la democracia: transformación, traspaso, reemplazo e intervención.  A efectos de la tercera ola, y de la transición a la democracia en la España de los setenta, interesa el primero de estos tipos: la transformación (que este autor también denomina ruptforma y que otros autores llaman transacción). Nosotros vamos a llamarla simplemente, tal y como hace Linz, reforma.

Está caracterizada por el papel protagonista de las élites políticas que están en el poder, las que toman las riendas del mismo para conducir el camino hacia la democracia, conscientes, por otra parte, de su fortaleza frente a una oposición relativamente débil o mal organizada. Como ... señala ... Huntington ... la reforma no es sinónimo de proceso imperfecto o de democracia a medias; la reforma, gracias al «coraje» de las élites directoras del proceso -lo que también incluye, a partir de un determinado momento, a la oposición- puede hacer posible una subversión del sistema autoritario tan profunda como la ruptura, permitiendo la fundación de una democracia completa. Frente a la reforma, la ruptura (o reemplazo para Huntington) implica una superación radical e inmediata del régimen anterior -no necesariamente violenta- mediante la sustitución de sus élites gobernantes y el inicio de un nuevo gobierno provisional encargado de practicar una política radicalmente nueva, acompañada normalmente de un juicio severo de las responsabilidades por colaboración con el régimen caído. Lo relevante para el camino hacia la democracia emprendido mediante una ruptura, es la manera en que ese rasgo fundacional ha de influir sobre el resto del proceso. Es de esperar que la ruptura condicione el comportamiento de las élites en el sentido de privarlas de una visión pactista del proceso que tienen encomendado. Embriagadas por la alta popularidad que han alcanzado y el grado de movilización que ha acompañado a la ruptura, tenderán a hacer caso omiso de las llamadas a la negociación con las élites procedentes del antiguo régimen y tratarán de concentrar el mayor grado posible de poder en unas solas manos para hacer frente a lo que consideren amenazas constantes de los enemigos de la democratización. Lo más complicado, en cualquier caso, es que la legitimidad fundacional vinculada a la ruptura conducirá, casi con toda seguridad, a la fundación de una democracia de y para los padres fundadores y sus clientelas, que buscarán definir las reglas del juego del nuevo régimen de tal forma que les permitan perpetuarse en el poder. En estos casos, la prueba de fuego para la nueva democracia será la alternancia en el poder.

Frente a las exigencias fundacionales de la ruptura, la reforma propicia el pacto, acuerdo o transacción en torno a las reglas del juego de la nueva democracia, en gran parte porque tanto el gobierno como la oposición se necesitan mutuamente. No hay, como en el caso de la ruptura, fuertes condicionamientos para propiciar la exclusión del contrario. En la reforma, el gobierno no debe buscar la exclusión de los partidos de la oposición porque los necesita para legitimar el cambio; si la democracia nace de la participación de todos, el trauma que provoque la primera alternancia en el gobierno será más fácil de digerir. De este modo, es más probable que el ingrediente central para fundar una democracia duradera se dé en un proceso de reforma y no en uno de ruptura: la convicción de que sólo será posible una democracia duradera si se basa en unas reglas del juego pactadas. O dicho en palabras de Rustow: «La creación de la democracia requiere que las élites lleguen a un consenso en relación con los procedimientos y las reglas del juego.» En los procesos de ruptura, proclives a la exclusión del contrario, esa premisa es ciertamente difícil de cumplir; en esos casos las credenciales democráticas suelen estar asociadas a los partidos que antaño fueron oposición y hoy se hacen cargo del gobierno provisional, con lo que difícilmente estarán dispuestos a aceptar La negociación de las reglas deL juego con un adversario al que consideran antidemocrático. En esa situación, es bien sencillo que se funde una democracia en la que la mayoría se sienta con todo eL derecho a imponer sus decisiones al resto; en ese caso, la alternancia, si llega, será traumática, y es muy posible, incluso, que La nueva mayoría trate de modificar inmediatamente las reglas del juego a su favor.

EL 3 de noviembre de 1976, dos semanas antes de que Las Cortes aprobaran eL proyecto de Ley para La Reforma Política presentado por el gobierno de Adolfo Suárez, Luis González Seara, el director de Diario 16, publicó un artículo titulado de forma muy elocuente: «Apearse del burro». En él advertía que el futuro del proceso que los españoles se traían entre manos dependía de que las élites fueran conscientes de la necesidad de ser realistas y de negociar un pacto para afrontar la fundación de la democracia. El afianzamiento de la vía reformista pasaba, en su opinión, por «desmontar la quimera, tanto si la quimera es el continuismo del régimen franquista como si se trata del rupturismo revolucionario». Desmontada la quimera y «apeados del burro» los más moderados, durante el año 1977 la reforma hizo posible el pacto y la subversión radical del anterior sistema político. Al comprobarse que la vía reformista era sincera, fue posible que la oposición se aviniera a pactar con quienes venían del franquismo y lideraban la reforma.

las condiciones del cambio reformista permitieron que unos y otros pudieran renunciar sin demasiados costes a las posiciones maximalistas, dando por bueno que la mejor democracia no iba a ser la que respondiera al ideal de cada cual sino la que menos dividiera a la inmensa mayoría de los españoles. Guillermo O'Donnell lo ha explicado en términos teóricos: «Ningún grupo social o politico es lo suficientemente predominante como para imponer a los otros su “proyecto ideal", y típicamente el resultado de esto es una “segunda alternativa" con la que ninguno de los actores se identifica por completo y que no es la que ninguno de ellos anhelaba, pero en torno de la cual todos concuerdan y participan.» En fin, un sistema político que no se funde en la ruptura y en el que todos los grupos políticos puedan no sólo convivir sino gobernar. los protagonistas del camino escogido en 1976/77 sólo tenían que mirar al pasado español y europeo para comprender los costes y los riesgos de una democracia construida por unos pocos, conforme a sus ideales y para hacer posibles sus fines ideológicos. ... en los setenta no se acumularon todos esos ingredientes propios de un proceso de ruptura que hubieran conducido con toda seguridad a la exclusión del contrario y a la fundación de la democracia de la mayoría.

Por otra parte, a finales de 1976 la reforma permitió, finalmente, que una parte sustancial de los objetivos de quienes habían postulado inicialmente la ruptura fueran alcanzados. Puesto que los que propiciaron la reforma se lo tomaron en serio, y puesto que los demandantes de la ruptura no consiguieron el respaldo suficiente para materializarla, se hizo posible el encuentro entre ambos. la reforma, como queda dicho, favoreció el pacto, y a través de él hizo posible la ruptura desde la ley y sin traumas. Al fin y al cabo, como señaló Joaquin Garrigues Walker durante el mes de octubre de 1976, «reforma y ruptura pueden querer decir las mismas cosas o pueden querer decir cosas completamente distintas». Que fueran capaces de encontrarse dependía de que el inicio del proceso no fuera una ruptura traumática que expulsara del mismo a una parte demasiado amplia de las élites políticas.

Sin embargo, ni siquiera el éxito de la reforma dependía de la reforma misma. Era necesario que la oposición comprendiera la oportunidad que le brindaba la vía abierta por el gobierno. Fue decisivo, en ese sentido, que los dos grandes partidos de la izquierda, el Partido Socialista y el Partido Comunista, admitieran que podía llegarse a la ruptura mediante la reforma y la negociación.

Para eso tuvieron que abandonar su primera idea de ruptura. Ésta se diferenciaba de lo que verdaderamente ocurrió en una cosa: se basaba en el supuesto de que para salir de la dictadura era necesaria «una presión popular de masas» que obligara a los reformistas a tomarse en serio la fundación de la democracia. Carrillo lo ha explicado así posteriormente: «Queríamos, porque sabíamos que España no estaba por la labor de otro enfrentamiento civil, queríamos una transición pacifica. Pero no concebíamos entonces que se pudiera cambiar un sistema de dictadura fascista sin una acción de masas que planteara el problema en la calle y que decidiera a los que entonces llamábamos reformistas del régimen, a romper con la ultraderecha y a llegar a un compromiso con la oposición.» los reformistas pudieron hacerse con la hegemonía del proceso porque convirtieron la reforma en una ruptura constituyente sin apenas condiciones de partida. La oposición, por su parte, consiguió sumarse al proyecto reformista a tiempo para influir en el mismo y legitimarlo. lo histórico, en cualquier caso, fue la consecuencia de ese cambio de opinión de la oposición: tuvieron que aceptar que la premisa explicada más arriba debía ser fundamento de la democracia, esto es, que era deseable colocar en un segundo plano las exigencias ideológicas y contribuir a fundar el régimen que menos dividiera a los españoles, única vía para asegurar la paz y la estabilidad política.




"Yo os invito a la movilización a favor de la Nación española definida por nuestra Constitución de 1978 ... el nacionalismo no es más que la solución imposible a un problema inexistente"
(Alejo Vidal-Quadras, 08-09-2005)


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Material de estudio seleccionado:
http://es.geocities.com/absurdarevolucion/deconstruyendo_el_estatuto.html
http://www.pp.es/estatuto
http://www.fundacionfaes.es/index.cfm?id_seccion=1230







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