miércoles, diciembre 07, 2011

Hay motivos para repetir el juicio a Zougam

EL MUNDO
EDITORIAL
07/12/2011

Hay motivos para repetir el juicio a Zougam

LAS INFORMACIONES que por tercer día consecutivo ofrecemos acerca de la fiabilidad de los tres testimonios que llevaron a señalar a Zougam como autor material de los atentados del 11-M son tan reveladoras que deberían bastar para revisar su condena.

El lunes desvelamos que el testigo protegido R-10 ni identificó al marroquí en un «acta de reconocimiento fotográfico» de la Policía -pese a que así consta en la sentencia- ni sorprendentemente fue citado a declarar en la vista en la que podría haber destapado esa prueba fraudulenta.

Ayer descubrimos que la testigo J-70 fue considerada en dos ocasiones falsa víctima y que sólo tras ver fracasados sus intentos por obtener la correspondiente indemnización, transcurrido ya casi un año desde los atentados, fue cuando identificó a Zougam.

Hoy, por último, aportamos datos más que suficientes para cuestionar la credibilidad de C-65, el último testigo protegido. Esta persona engañó a la Policía, inventó hechos y cambió de versión para tratar de dar mayor verosimilitud a sus declaraciones. Primero aseguró en el consulado de Rumanía que iba en el vagón con una compatriota distinta a la que 10 meses después dijo que le acompañaba. Aquella falsa acompañante también aseguró haber reconocido a Zougam, pero la Policía no la creyó.

C-65 sostuvo también que tras las explosiones le cayó un cadáver encima, pese a que en el tren que viajaba no hubo ni muertos ni heridos graves. Además, en su versión inicial a los agentes, declaró que había reparado en Zougam porque éste tuvo un incidente con otro pasajero al ir a cambiar de vagón. Dado que el testimonio podía ofrecer dudas, en la Audiencia Nacional añadió que el marroquí le «rozó» con la mochila. Y al llegar el juicio al Supremo, afirmó que Zougam la había «movido de la silla». Parece increíble que si hubo contacto físico no lo hubiera hecho constar desde el principio.

Por si todo ello no fuera suficiente para dudar de su testimonio, hoy sabemos que su marido fue aceptado como víctima de otro tren, con dos particularidades: no sufrió heridas graves pese a viajar en el vagón más afectado -hasta el punto de que fue el que mayor número de muertos registró en Atocha-, pero sobre todo, declaró que viajaba con su cuñado, el hermano de C-65, que fue descartado como víctima por los forenses y a quien el juez propuso imputar por delito de simulación.

El colofón de nuestras averiguaciones no tiene desperdicio. Tanto C-65 como su esposo fueron indemnizados, recibieron la nacionalidad española y fueron contratados por la empresa de seguridad del íntimo amigo del comisario González, el que pagó la famosa cacería de Bermejo y Garzón que le costó el puesto al ministro.

Si algo dejan meridianamente claro los datos que hemos publicado estos días es que se vulneró el derecho de defensa de Zougam. Los abogados nunca conocieron las identidades de los tres testigos protegidos y el sumario no incluyó datos relevantes. Si los letrados hubieran tenido la información que ahora aportamos podrían haber destruido su credibilidad. Y eso nos lleva a una conclusión dramática.

Vistas ahora las inconsistentes pruebas contra Zougam y conocidos los numerosos contraindicios que apoyan su inocencia -es el único autor detenido, no huyó pese a que pudo hacerlo, nunca se encontró ni una huella dactilar ni restos de ADN en los lugares clave, sólo horas antes de la masacre estuvo ejercitándose en su gimnasio de siempre...-, no es difícil llegar al convencimiento de que está pagando por un crimen que no cometió.

Puesto que han aparecido pruebas nuevas y tienen una base sólida, lo lógico sería repetir el juicio a Zougam. La ley lo permite. Pero sobre todo, la ética lo exige.

Versión moldeable, testigos de quita y pon

CASIMIRO GARCÍA-ABADILLO
JOAQUÍN MANSO
MADRID
07/12/2011


La testigo C-65 acudió al consulado con una mujer que no es la testigo J-70 y las dos dijeron que viajaban juntas e identificaron por separado una foto de Jamal Zougam

La credibilidad de la testigo protegido C-65, cuyo testimonio es el que sostiene teóricamente de forma más sólida la prueba de cargo que sirvió para condenar a Jamal Zougam, deja mucho que desear si se analiza paso a paso su relato y las circunstancias que lo rodean.

Su versión de los hechos ha ido variando con el tiempo; fabuló y exageró sus síntomas para recibir el máximo dinero posible como víctima del 11-M; logró que su marido fuera considerado también víctima y estuvo a punto de lograrlo con su hermano. Ambos dijeron que resultaron heridos en las explosiones del 11-M, aunque en un tren distinto al de ella.

Vayamos por partes. Aunque no consta en el sumario, la primera vez que C-65 acudió a declarar fue en el consulado de Rumanía en Madrid, el día 1 de abril de 2004, según confirmaron fuentes de la investigación a EL MUNDO. Lo hizo acompañada por otra mujer, también de nacionalidad rumana. Ambas dijeron que el 11-M viajaban juntas en el mismo vagón y que sospecharon de una persona que llevaba una mochila y que había tenido un incidente con otro pasajero al pasar por la puerta interior de un vagón a otro. Y a ambas se les enseñaron fotos por separado e identificaron a Zougam.

Pues bien, en ningún sitio figura que esa segunda testigo, que no es la misma que luego compareció en el juicio, declarase ante la Policía, ni ante el juez. Sencillamente, se esfumó. Todo hace pensar que se trata de una falsa víctima que se apuntó a ratificar el testimonio de C-65 para lograr la indemnización y la regularización de su situación.

La testigo protegido C-65 declaró y reconoció fotográficamente en Canillas ese mismo día a Zougam como el hombre que había visto en el tren que estalló en Santa Eugenia (su foto había sido difundida masivamente 10 días antes). Lo que no dijo entonces fue que la acompañase otra amiga distinta a la que fue con ella al consulado. Tampoco se lo dijo al juez. Sin embargo, tras declarar la testigo J-70 en febrero de 2005, no tuvo ningún inconveniente, durante la vista oral, en afirmar que era con ella con quien viajaba.

Los elementos más importantes de su relato también han ido evolucionando con el tiempo. En su primera declaración ante la Policía (el 1 de abril de 2004), afirmó que se fijó en la persona que reconoció como Zougam porque éste «empujó violentamente a otro joven» al pasar por la puerta que une los dos vagones.

Sin embargo, en su declaración ante el juez instructor (el 20 de mayo de 2004), añade un dato sustancial que olvidó mencionar ante la Policía: afirma que Zougam «le rozó el hombro para abrirse camino».

Más tarde, en la vista oral, C-65 declaró que «ese señor tenía la mochila en el hombro izquierdo y me tocó en mi hombro derecho». Y añadió que lo hizo con tal fuerza que la «movió del asiento y no me ha pedido perdón».

Cuando EL MUNDO le preguntó cómo era posible que viera la cara de alguien al que sólo podía ver de espaldas -según la posición en la que iba sentada y el sentido del recorrido del supuesto terrorista- y no se paró a disculparse, ella respondió: «Me miró de frente y se encaró conmigo».

Tras acusar al marroquí, entre C-65 y su marido -que curiosamente viajaba en un tren diferente- percibieron cerca de 100.000 euros, sumando las cantidades de la sentencia y las que otorgaba el Consorcio de Compensación de Seguros. Y sobre todo, pasaron de ser inmigrantes rumanos en situación irregular a españoles de pleno de derecho.

El hermano de C-65 no tuvo tanta suerte como su marido. Su nombre aparece en el listado de personas que decían haber estado en los trenes pero fueron expulsadas del procedimiento por mentir.

Según documentos de la asociación de Pilar Manjón, cuyo contenido ha conocido EL MUNDO a través de fuentes solventes, el comportamiento de la testigo C-65 y de su familia durante la tramitación de las indemnizaciones ahonda en las dudas sobre su credibilidad. C-65 trató de exagerar sus síntomas al relatar a los profesionales que la examinaron que, tras la explosión que se produjo en el tren de Santa Eugenia, se le cayó un muerto encima, del que tuvo que zafarse para poder escapar del convoy. Según el sumario, en el vagón en el que ella declaró viajar -el quinto- no falleció ningún viajero, ni hubo heridos graves, ya que apenas resultó afectado por la explosión, que se produjo hacia la mitad del cuarto vagón.

Pero especialmente llamativa es la actuación de su familia que, tras la matanza, pidió en bloque la indemnización que correspondía a las víctimas. El marido de C-65 también alegó que iba en los trenes. Fuentes conocedoras de la pieza reservada del sumario y ella misma confirman que él contó que viajaba en un convoy distinto con su cuñado (el hermano de la testigo) y que les sorprendió la explosión en Atocha.

Esa versión tiene tres problemas. El primero es que ese tren hacía exactamente el mismo recorrido que el que explotó en Santa Eugenia, en el que iba su esposa, y salió de Alcalá con poco más de 10 minutos de diferencia, por lo que es difícilmente explicable que marido y mujer no hicieran juntos el mismo trayecto.

El segundo problema es que el vagón en el que él dijo que viajaba sufrió tal grado de destrucción (en su interior se encontraron 12 cadáveres y, en su entorno, otros 20) que es prácticamente imposible que saliese de él por su propio pie y sin heridas graves (la sentencia recoge que no tuvo secuelas).

Y el tercer problema es que el cuñado que él aseguró que le acompañaba está en la relación de personas que fueron expulsadas del procedimiento por mentir. El informe de los forenses fue tan contundente contra el hermano de C-65 que el juez Félix Degayón, que sustituyó durante unos meses a Juan del Olmo al frente del 11-M, propuso en septiembre de 2005 que fuese imputado por simulación de delito. La fiscal Olga Sánchez lo evitó, pero en todo caso fue excluido del sumario.

Con el empresario de la cacería de Bermejo

CASIMIRO GARCÍA-ABADILLO
JOAQUÍN MANSO
MADRID
07/12/2011


Lorenzo González, muy vinculado a la Policía, contrató a la testigo y su marido

La testigo protegido C-65 y su marido fueron contratados después de la sentencia del Supremo por el empresario Lorenzo González, que mantiene una relación estrechísima con altos mandos de la Policía española. Entre otros, es amigo íntimo del comisario jefe de la Policía Judicial, Juan Antonio González, de la máxima confianza de Alfredo Pérez Rubalcaba, o Gabriel Fuentes, que era subdirector general del Gabinete Técnico de la Policía en el 11-M.

La Dirección General de la Policía la declaró apta en las pruebas de selección para un puesto de vigilante de seguridad en noviembre de 2009 y a él, dos meses después.

El empresario Lorenzo González, muy conocido en el sector, alcanzó notable relevancia pública en febrero de 2009, cuando se conoció su participación en una montería en el coto jiennense de Cabeza Prieta junto al entonces ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo (que dimitió en mitad de la tormenta provocada por el incidente), el juez Baltasar Garzón, la fiscal Dolores Delgado y su amigo el comisario Juan Antonio González, el célebre JAG. Hacía escasos días que se había desarrollado la operación Gürtel contra cargos públicos del PP, dirigida precisamente por Garzón.

Aunque su sociedad es concesionaria del servicio de seguridad en diversas empresas públicas, Lorenzo González corrió con todos los gastos de la cacería, según publicó la revista Época.

La empresa de Lorenzo González cuenta con varios ex miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en su Consejo de Administración y hasta su director de personal es un antiguo policía, según confirmaron fuentes sindicales.

La Policía tiene la competencia exclusiva para inspeccionar, controlar y, en su caso, sancionar a las empresas de seguridad.

Después de declarar contra Zougam en el juicio, y de sostener la versión policial que apuntaba al marroquí como autor del atentado, C-65 y su marido se sometieron a las pruebas de selección para vigilantes de seguridad que organiza la Dirección General de la Policía. Y las superaron para ser contratados por la empresa de seguridad de Lorenzo González, que tiene una estrechísima amistad con el comisario jefe de la Policía Judicial, JAG.

Entre otras operaciones, JAG fue el jefe de la Brigada Judicial de Madrid que organizó en 1995 el arresto en Bangkok del ex director general de la Guardia Civil Luis Roldán. EL MUNDO desveló después que se había tratado de una entrega pactada en la que tuvo un papel destacado el espía Francisco Paesa, con el que JAG se había reunido en fechas anteriores a la operación.

Desde entonces, tiene la mejor consideración entre los dirigentes del PSOE, que en julio de 2004, recién llegado al poder, lo recompensó poniéndolo al frente de la Policía Judicial.

Del cuarto al quinto vagón y viceversa

CASIMIRO GARCÍA-ABADILLO
JOAQUÍN MANSO
MADRID
07/12/2011


El conjunto de testimonios que incriminan a Zougam ofrece un recorrido inverosímil

El conjunto de los tres testimonios que la Audiencia Nacional consideró prueba de cargo contra Jamal Zougam ofrece un resultado difícilmente verosímil. La ausencia del testigo R-10 en el juicio impidió conocer cuál era su posición exacta en el tren de Santa Eugenia y desde dónde pudo ver a dos terroristas subirse en la estación de Torrejón -uno de ellos, según él, Jamal Zougam con una mochila negra y el pelo «completamente liso»-.

En la entrevista que mantuvo con EL MUNDO en la localidad rumana de Cluj-Napoca, él mismo se situó en el lugar que se ve en el gráfico: el último asiento del cuarto vagón, en la fila de la derecha, exactamente junto al pasillo. Es decir, justo al otro lado de la puerta por la que las testigos C-65 y J-70 -colocadas según la declaración que hizo la primera en el juicio- aseguraron haber visto pasar a Zougam desde el quinto hacia el cuarto vagón, con una mochila oscura, en sus primeras comparecencias, y azul clarita, en la vista oral. J-70 también dijo que «llevaba gafas y una gorra». Nadie más lo dijo.

Según R-10, los dos sujetos con aspecto árabe le llamaron mucho la atención tras verles subirse en Torrejón porque uno de ellos «dio una tos muy fuerte» que le pareció «una señal» y además se sentaron en sitios diferentes. Donde los sitúa el gráfico: el supuesto Zougam, en el centro de una hilera de asientos abatibles en la fila de la izquierda, con la mochila entre las piernas, y su compañero, al otro lado, a unos metros de distancia del lugar en el que estalló la bomba en el portaequipajes.

Las testigos C-65 y J-70 relataron que Zougam pasó «muy deprisa» por su lado entre las estaciones de San Fernando y Coslada, con su mochila colgada de su hombro izquierdo, y que se fijaron en él porque golpeó con ella el hombro derecho de C-65 y luego empujó al abrir la puerta entre vagones a un chico que estaba leyendo. Según esa versión, por la posición que dijeron ocupar en el tren y el sentido del recorrido del supuesto terrorista, parece difícil que C-65 pudiese verle el rostro; si acaso, la espalda. En ningún momento ninguna de las dos testigos afirmó que Zougam se volviese.

La estación de Torrejón, donde R-10 le habría visto subir, es inmediatamente anterior a la de San Fernando, y a ésta le sigue Coslada. Esto es que, para que el relato encaje, Zougam tendría que haberse cambiado del cuarto al quinto vagón con la mochila a cuestas en algún momento después de Torrejón, ya sea por dentro del tren -lo que le habría obligado a pasar junto a R-10, pero también junto a C-65 y J-70, que no dijeron nada de eso- o por fuera, en el apeadero de San Fernando.

Y al efectuar su inexplicable recorrido de vuelta habría sido inevitable que, tras cruzar del quinto al cuarto vagón como cuentan ellas, pasase de nuevo junto a R-10, que fue preguntado expresamente por este diario: «No le volví a ver», ni siquiera aunque al subir al tren le había llamado mucho la atención. El testigo también dijo que, cuando los supuestos terroristas llegaron al tren, éste estaba medio vacío, lo que parecería el mejor momento para colocar la bomba, y que inmediatamente después se empezó a llenar.

Pons: «Cumpliremos todas las promesas de aclarar el 11-M»

CARMEN RAMÍREZ DE GANUZA
MANUEL SÁNCHEZ MADRID
07/12/2011


El PP se prepara para las últimas revelaciones «desde los despachos del Gobierno»

Siete años y medio después, y «por primera vez desde los despachos del Gobierno», como decía ayer Esteban González Pons, el PP se prepara para todo lo que venga en relación con la investigación del 11-M.

El partido de Rajoy, que hizo bandera política de dicha investigación en la primera legislatura de Rodríguez Zapatero, para aparcarla claramente en la segunda, no renuncia ahora, en puertas de su regreso al poder, a su posición política, favorable a cualquier investigación sobre la masacre, aunque ya muy poco beligerante.

Fue el vicesecretario de Comunicación del partido, Esteban González Pons, quien se encargó de refrendar públicamente esta posición. En declaraciones a EL MUNDO, el dirigente popular se hizo eco de las últimas revelaciones de este diario acerca de los testimonios aportados en la causa contra el principal condenado, Jamal Zougam.

Aunque sin entrar en detalles, Pons mostró su más abierta disposición hacia una reapertura, hasta el punto de sugerir un impulso de dicha investigación desde el propio Ejecutivo, en alusión a la Fiscalía. Al menos, aseguró que el nuevo Gobierno popular no se limitará a reaccionar con discursos sino con actuaciones.

«A diferencia de otras noticias y revelaciones que anteriormente hemos conocido, a las que sólo pudimos responder con declaraciones», dijo a su entrada al Congreso, «esta vez estudiaremos las novedades desde los despachos del Gobierno».

Más importante aún, Pons hizo de la posición política del PP un compromiso público de gobierno: «Cumpliremos», afirmó, «todas las promesas que hicimos sobre aclarar toda la verdad sobre el 11-M».

En todo caso, el vicesecretario de Comunicación fue el único que habló abiertamente de este asunto. Preguntado al efecto de manera expresa, el líder del partido y presidente del Gobierno en ciernes, Mariano Rajoy, declinó cualquier comentario.

Por su parte, el PSOE sigue sin entrar a valorar el 11-M ni las nuevas revelaciones aportadas por EL MUNDO, y se mantiene en el silencio o en la respuesta oficial, que lleva repitiendo años.

Así, algunos dirigentes declinaron hablar sobre el tema, y sólo el miembro de la Ejecutiva Federal del PSOE Antonio Hernando añadió algo más: «No tenemos nada que decir. Es una causa ya juzgada y sentenciada», afirmó.

A nivel oficial, el partido se mantuvo en la misma línea, y fuentes de la dirección aseguraron que el PSOE no tiene nada que opinar sobre el asunto y que, como siempre, respetará la actuación de la Justicia.

«Es vomitivo que se presten a encubrir por 48.000 euros»

MADRID
07/12/2011


La presidenta de la mayor y más antigua asociación de víctimas del terrorismo de España, la AVT, Ángeles Pedraza, desplegó una amplia actividad en las redes sociales para valorar la información que publicó ayer este diario acerca de la testigo que determinó la condena a Jamal Zougam: «Es vomitivo que por 48.000 euros se presten a encubrir a quien mató a 191 víctimas y quienes ayudaron a ello», escribió en Twitter, en referencia a la indemnización que cobró la mujer rumana identificada como J-70 después de denunciar al marroquí tras haber sido catalogada dos veces como falsa víctima.

Pedraza, cuya hija Miriam fue asesinada en el 11-M, agradeció en la misma red social a este diario su «tesón por llegar a la verdad» y felicitó a los periodistas que han elaborado las informaciones.

Todavía antes de ser presidenta de la AVT, la de Ángeles Pedraza fue una de las dos acusaciones particulares formadas por víctimas del 11-M que en su informe de conclusiones pidieron la absolución de Jamal Zougam, al considerar que no había pruebas suficientes para condenarle. La AVT mantuvo la acusación, pero lo justificó en que, al ser la única que ejercía la acción popular, quería representar el consenso entre las víctimas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

JAG......¿Será de nuevo alto cargo con el Gobierno de Mariano Rajoy Brey?